El arte de la observación consciente: enseñando educación ambiental desde la propia naturaleza
En tiempos de ritmos acelerados y en un mundo cada vez más alejado de la conexión con la naturaleza, detenerse a observar se convierte en una acción compleja. De esta manera, la educación ambiental emerge como un puente esencial para reconectar con el entorno. Pero, ¿cómo aprender a contemplar de manera consciente? En el marco del Día de la Educación Ambiental, conversamos con tres voces expertas que, a través de sus profesiones, han transformado la observación en un arte que cambia perspectivas: Andrés Ruiz, manager de Whalesound; Lucas Quivira, profesor y guía de observación de aves; y Eduardo Arrieche, guía certificado del Parque Nacional Torres del Paine y fotógrafo.
Para Andrés Ruiz, la formación sobre el medio ambiente empieza con la ciencia, pero se desarrolla a través de la experiencia misma. Desde Whalesound, una plataforma pionera de turismo en los fiordos patagónicos, Andrés lidera iniciativas que integran la investigación con el viaje consciente. “Es increíble navegar por tanto tiempo sin presenciar alguna intervención humana y observar cómo se conecta todo entre sí. Esa ecología del sistema es un aula abierta y natural”, reflexiona. Asimismo, afirma que no se necesita conocerlo todo sobre la naturaleza para realizar estas expediciones. Con simplemente dejarse atrapar por los paisajes y la fauna puedes ser un buen observador -y eso es justamente lo que intenta transmitir el equipo de Whalesound.

Por otro lado, Lucas Quivira vive a diario esta práctica. En sus birding tours o tours de avistamiento de aves, ha descubierto cómo un pequeño acto puede modificar la forma de pensar y sentir en relación al entorno. “Las aves están en todas partes, pero muchas veces pasan desapercibidas por nosotros. Cuando las contemplamos, se genera una conexión inmediata que luego se transforma en respeto y, eventualmente, en un compromiso con la conservación”, asegura. Lucas insiste en que observar es una lección de paciencia y empatía con el ritmo que posee el medio ambiente. Por lo mismo, tomarse el tiempo de mirar activamente es también aprender a valorar.
Desde los senderos de Torres del Paine, Eduardo Arrieche utiliza cada recorrido como una oportunidad para concientizar a las personas acerca del impacto que pueden generar. Para el fotógrafo, la flora y fauna obliga a detenerse y a cuestionar las ideas preconcebidas que se posee en relación al cuidado del ecosistema. A su vez, comparte que “el contacto con la naturaleza tiene algo instintivo; te devuelve al presente y te pone en un estado mental positivo, de curiosidad, calma y alegría plena”. Y es precisamente en esa emocionalidad donde los visitantes comienzan a formular preguntas y, por ende, a generar aprendizajes. Sin dudas, ese asombro por la diversidad de vida es el mejor aliado para enseñar.
De este modo, y según los tres entrevistados, la observación consciente no requiere de un escenario extraordinario ni de conocimientos de la ciencia previos, sino solo de la disposición a contemplar. “Puedes observar en cualquier lado, incluso en tu casa. Lo importante es empezar a mirar, pero hacerlo de verdad. La naturaleza está en todas partes, solo que hemos olvidado cómo verla”, resume Lucas.
Sin embargo, la observación por sí sola no basta para preservar el medio ambiente. Los expertos coinciden en que el objetivo de la educación ambiental es traducir esa conexión en acción. “Gracias a la divulgación científica y a los ilustradores naturalistas, hoy en día tenemos más herramientas para conocer lo que nos rodea, Así, le tomamos valor a las pequeñas cosas, le encontramos un sentido y nos hacemos aún más preguntas”, asevera Andrés. De esta forma, las personas al involucrarse más, comprenden de mejor manera cómo actuar para conservar el ecosistema.
En un contexto de crisis climática y pérdida acelerada de la biodiversidad, Eduardo añade que la observación activa también es un recordatorio de nuestra responsabilidad social como especie. Asegura que mirar a los alrededores nos conecta con lo esencial y nos recuerda que no somos dueños de la naturaleza, sino simplemente una parte más de ella. “Por lo mismo, el turismo es educación ambiental; es el contacto directo con el medio. Uno puede leer un libro o asistir a una charla sobre el tema, pero es muy distinto a vivir esa conexión”, reafirma el guía de la Patagonia chilena.

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