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El arte sagrado y la resistencia de las mujeres Shipibo-Konibo en la Amazonía peruana

por Jun 15, 2023Cultura, Naturaleza

A través de sus artesanias las Shipibo cuentan la historia de su conexión con la naturaleza y el mundo espiritual. Más que un simple diseño visual, con el kené representan la energía interna de todos los seres vivos y reflejan las visiones que experimentan durante sus rituales sagrados.

En las riberas del majestuoso río Ucayali, en la Amazonía peruana, se encuentra el pueblo indígena Shipibo-Konibo. Este grupo étnico, distribuido en al menos 150 pequeñas comunidades, ha cultivado una forma de vida en común y grupos de familia múltiple durante muchas generaciones. Aunque anteriormente se consideraban comunidades separadas, los shipibos, konibos y xetebo se han mezclado en un grupo unificado a lo largo de los años. 

El nombre «Shipibo-Konibo» tiene sus raíces en los términos «mono» y «pez» de su idioma originario. Según la tradición oral, los shipibo-konibo solían oscurecerse la frente, el mentón y toda la boca con un tinte natural de color negro en el pasado, lo que los hacía parecerse a un mono llamado «shipi». Hoy en día, los miembros de este pueblo han abrazado esta denominación sin considerarla peyorativa, reivindicándola con orgullo.

Sin embargo, probablemente su característica más distintiva no proviene de su origen o su nombre, sino del arte que han desarrollado a lo largo de los siglos, convirtiéndolo en uno de los más representativos de la selva peruana. Sus textiles, cerámicas, bisuterías y tallados dejan sin palabras a todos los turistas que visitan la región.

Bordados Kené representando el Kono Nete o el Mundo del Hongo. Fotografía de Sebastián Enriquez.

El arte shipibo se caracteriza por sus formas geométricas y su vibrante paleta de colores, especialmente en sus textiles. El “Kené”, nombre de su sistema de diseño, aparece tradicionalmente en diversas formas, como en el rostro, el cuerpo, las paredes externas de las cerámicas, los textiles, las coronas de los chamanes, las bandas de chaquiras (cuentas, abalorios), los remos y otras piezas de madera. 

Según cuentan los propios Shipibos, algunas artistas, que son principalmente mujeres, hacen estas piezas después de tomar ayahuasca, con la que visualizan los diseños que más tarde plasmarán en sus obras.

En un esfuerzo por dar a conocer historias sobre el Reino Fungi y el trabajo de un grupo de mujeres Shipibo-Konibo de la comunidad de San Francisco de Yarinacocha en Pucallpa, el fotógrafo documental y micólogo autodidacta Sebastián Enriquez, nos compartió su experiencia con las artesanas que bordan tejidos Kené, auténticas y únicas obras de arte.

Mujeres bordadoras trabajando a la interperie. Fotografía de Sebastián Enriquez.

Sus diseños representan el Kono Nete, o el Mundo de las Setas, y simbolizan la conexión profunda entre el pueblo Shipibo-Konibo y los hongos, particularmente el Hongo Psilocybe. Durante las tareas de cosecha de alimentos, los adultos shipibo solían consumir estos hongos para obtener energía adicional, y también los compartían con sus hijos para aliviarles el cansancio, el hambre y la sed durante las largas jornadas en las fincas. 

El kené es mucho más que un simple diseño visual, representan la energía interna de todos los seres vivos y son un reflejo de las visiones que experimentan durante sus rituales sagrados. Estos diseños sagrados son valores culturales y expresiones espirituales que han sido transmitidos a lo largo de muchas generaciones, formando parte integral de la milenaria forma de vida del pueblo Shipibo-Conibo.

Las shipibo creen que los paños bordados Kené poseen propiedades curativas para los espacios en los que se encuentran y las personas que lo habitan.

Vista de la cocha (laguna) Yarinacocha en Pucallpa. Fotografía de Sebastián Enriquez.

“Muchas de ellas viven en lo que occidente llama extrema pobreza. La idea es apoyar su arte y darlo a conocer y que mejor si tiene representado el Reino Fungi. En estos pueblos originarios el hombre es el que principalmente tiene el dinero y lo administra ya que él es el que caza, pesca, cosecha y hace los negocios mayoritarios, mientras que las mujeres son las responsables del hogar, cuidan a los niños y los adultos mayores y se dedican principalmente a la artesanía y con lo poco que generan de ingresos logran obtener un poco de independencia financiera”.

Enriquez – quien trabajó muchos años documentando problemáticas sociales, derechos humanos y medioambiente – fundó además Revolución Fungi, un movimiento y proyecto comunitario que tiene como finalidad integrar los hongos a la vida cotidiana de las personas a través de la investigación, conservación y promoción de estos organismos. 

Gracias a su trabajo, Perú contará con la primera Guía de Campo de Hongos y se encuentran organizando el Revolución Fungi Fest, el primer festival Fungi del país. Además, el arte de las artesanas shipibas está disponible a través de las redes de Revolución Fungi y también en la web oficial del documental Fantastic Fungi, donde se pueden adquirir los bordados kené y también maracas de hongos talladas por ellas mismas.

“No tenían ninguna artesanía en su web, esta es la primera y de comunidades amazónicas, así que me siento muy honrado de haber podido expandir esta importante historia”, asegura Sebastián. “Muchas de ellas viven en lo que occidente llama extrema pobreza. La idea es apoyar su arte y darlo a conocer y que mejor si tiene representado el Reino Fungi. En estos pueblos originarios el hombre es el que principalmente tiene el dinero y lo administra ya que él es el que caza, pesca, cosecha y hace los negocios mayoritarios, mientras que las mujeres son las responsables del hogar, cuidan a los niños y los adultos mayores y se dedican principalmente a la artesanía y con lo poco que generan de ingresos logran obtener un poco de independencia financiera”.

Artesanas de la nación Shipibo-Konibo exhibiendo su hermoso arte. Fotografía de Sebastián Enríquez.

La cultura shipibo está profundamente arraigada en lo espiritual y en la naturaleza que los rodea. Al vivir en medio de la selva amazónica, se encuentran rodeados de ríos, plantas, árboles, animales y hongos, que son el eje central de sus costumbres y forma de vida.

Además de inspirar su arte, los shipibos utilizan la ayahuasca en otros aspectos de su vida cotidiana. Por ello, se les conoce como guardianes de la ayahuasca y su sistema médico tradicional es liderado por los Onayas quienes son los médicos tradicionales (llamados actualmente chamanes) de sus comunidades y los elegidos para realizar los rituales con esta planta maestra, guiando a quienes desean experimentar una sanación integral del cuerpo físico y el espiritual, etc.

No obstante, la actividad minera, extractiva y maderera ha relegado a un segundo plano la agricultura y la pesca, mientras que la artesanía ocupa un lugar destacado en la economía del pueblo Shipibo. Esto ha generado cambios en las atribuciones de roles tradicionales, y algunos hombres han aprendido a hacer Kene y a realizar el hilado típico de este pueblo. Sin embargo, la mayoría de las artesanas siguen siendo mujeres, como se señala en el informe «Las Mujeres del Río Ucayali: Un Camino hacia la Participación Política» publicado por la ONG Terra Nuova.

Hoy en día, algunas shipibas no solo se dedican a la artesanía y a las tareas domésticas. Han conquistado espacios que tradicionalmente estaban reservados para los hombres, como el chamanismo. Las mujeres shipibo son reconocidas como líderes y expertas en el uso de plantas medicinales, rituales y conocimientos ancestrales. Han roto los moldes establecidos y han demostrado su valía y habilidades en el ámbito público y privado, luchando por el reconocimiento y la valoración de su contribución a la sociedad.

A pesar de los desafíos que enfrentan, como la violencia, el abandono, la exclusión y la falta de valoración de sus actividades y aportes, las mujeres indígenas de la Amazonía, incluyendo a las shipibas, persisten y resisten. Su arte, su sabiduría y su trabajo de preservación de la cultura shipibo se convierten en un legado invaluable que trasciende generaciones y fronteras. Es fundamental reconocer y apoyar su importante labor para garantizar la diversidad cultural y la igualdad de oportunidades en la sociedad actual.

Agradecimientos a Adelina, Margarita, Beatriz, Glendy y tantas otras mujeres que hicieron posible contar esta historia.

Todas las imágenes son propiedad intelectual de Revolución Fungi.

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