El fascinante mundo de los musgos: las pequeñas pero imprescindibles plantas para el bienestar de los ecosistemas
Los musgos serán pequeños, pero los podemos observar casi en cualquier lugar, sobre todo en lugares húmedos cubriendo poca o mucha superficie: crecen sobre los techos de las casas, rocas, paredes, troncos de los árboles, en muros y en el suelo. Incluso podemos encontrarlos durante la época seca, en la que pese a que al final presentan extrema marchitez, son capaces de reverdecer con las lluvias, en un fenómeno llamado reviviscencia.
Estas plantas han sido testigos de la evolución de la vida en la Tierra por casi 450 millones de años, cuando los musgos y otros organismos similares como los helechos, desarrollaron adaptaciones que les permitieron sobrevivir en los ambientes terrestres. Estos primeros musgos tenían características únicas, como la capacidad de absorber agua directamente del entorno y retenerla, lo que les permitía vivir en áreas con poca humedad.
Los musgos pertenecen al reino de las plantas, pero se diferencian de las plantas con flores y los árboles en muchos aspectos. A diferencia de las raíces profundas y los sistemas vasculares de otras plantas, los musgos carecen de dichas estructuras, su forma de absorber agua y nutrientes es a través de toda su superficie desde el ambiente que los rodea.
Gackstroemia es un género de hepática de la familia Lepidolanaceae. Ftografía de @eriodon.conostomus
En vez de raíces, se aferran a las superficies con sus rizoides, delicadas estructuras que se asemejan a raíces diminutas pero cuya única función es brindar apoyo y sostén. Con maestría, los musgos crean sus alfombras verdes sobre rocas rugosas, barro suave, maderas envejecidas o el suelo fértil de los bosques.
Además, a diferencia de las plantas que tienen flores y semillas, los musgos se reproducen a través de esporas, las cuales son liberadas al medio ambiente cuando las cápsulas maduran y se abren. Estas esporas son muy pequeñas y ligeras, lo que les permite dispersarse fácilmente a través del viento o el agua. Una vez liberadas, las esporas pueden germinar y dar lugar a un nuevo musgo si encuentra condiciones adecuadas, como humedad y sustrato. En simple, si las condiciones son adecuadas, una de ellas germina y crece un nuevo musgo. Con el tiempo ese musgo producirá células reproductoras masculinas y femeninas, las cuales se fusionarán en un proceso llamado fecundación. Después de la fecundación, se formará una estructura llamada esporofito, el que se encargará de liberar más esporas al ambiente y así comenzará un nuevo ciclo.
Pese a que estos pequeños organismos muchas veces pasan desapercibidos, desempeñan un papel vital en los ecosistemas, proporcionando beneficios significativos tanto para la naturaleza como para los seres humanos.
Fotografía de Felipe Osorio @eriodon.conostomus
Son capaces de regular la humedad ambiental, al absorber el exceso de agua mientras llueve y liberando esta agua lentamente cuando el aire se hace más seco. En bosques lluviosos y en los ecosistemas dominados por el musgo Sphagnum, las comunidades de briófitas actúan como grandes esponjas que regulan el cauce de los ríos, protegiendo el suelo de inundaciones violentas y entregando agua constante durante los meses de verano a los ríos y arroyos que las desaguan.
Además, interceptan, absorben y retienen los minerales disueltos en las aguas lluvias, permitiendo la incorporación de éstos en el ecosistema y disminuyendo su lavado hacia los ríos y mares.
En los ecosistemas forestales del sur de Chile, caracterizados por una alta precipitación anual y temperaturas templadas, los musgos constituyen una parte importante de la biomasa fotosintética activa, fijando carbono atmosférico y liberando oxígeno.
Proporcionan también, parte del nitrógeno que se deposita sobre ellos y captan bióxido de carbono, fósforo y otros iones importantes para el crecimiento de otras plantas, son también lugar de germinación de semillas y son el hogar de un sinnúmero de pequeños animales, especialmente invertebrados como insectos, arácnidos, rotíferos, nemátodos, moluscos y anélidos, y sirven de material de construcción de nidos para varias aves y pequeños mamíferos, como el picaflor y el monito del monte.
Fotografías gentileza de Felipe Osorio @eriodon.conostomus
Chile, con su geografía diversa y contrastante, alberga una gran variedad de musgos. Se estima que en nuestro país se encuentran cerca de 900 especies de musgos. Un alto porcentaje de ellos crece solo en el sur de Sudamérica.
Desde el árido Desierto de Atacama hasta los bosques húmedos de la Patagonia, estos diminutos organismos colonizan una amplia gama de hábitats. En la zona sur del país, donde la humedad es más abundante, se pueden encontrar musgos en bosques templados y praderas alpinas.
Una especie que tal vez has visto es el Sphagnum magellanicum o pompón. Es un musgo hidrófilo, que vive en ambientes húmedos y se distribuye en Chile desde las Regiones de La Araucanía hasta Magallanes, adquiriendo importancia en términos de frecuencia y cobertura en Aysén y Magallanes. Los Sphagnum son los musgos responsables del origen de la turba, que se forma por la acumulación de los tejidos de esta y otras plantas que crecen sobre los restos de terceras ya descompuestas. Así forman una serie de estratos de tejidos vegetales muertos, que se acumulan con el paso del tiempo formando el material que llamamos turba. La turba forma los ecosistemas de turberas, los cuales son sumideros de carbono eficientes y representan uno de los depósitos de carbono más grandes de la biosfera. Almacenan aproximadamente 550 GtC, el doble de la reserva de carbono de la biomasa forestal mundial, en solo el 3% de la superficie terrestre (Joosten & Couwenberg 2008, Yu 2012). Los servicios ecosistémicos que brindan las turberas presentes en las áreas protegidas de Chile han sido valorados en un mínimo de $ 316 mil millones de dólares por año (Figueroa 2010). Estos humedales también juegan un papel clave en la mitigación y adaptación al cambio climático (Joosten & Clarke 2002, Joosten et al. 2012, Parish et al. 2008) debido a su enorme capacidad de almacenar carbono atmosférico.
Por otro lado, en la zona central de Chile, una de las especies de musgo más comunes de observar es el musgo de costes o, Costesia macrocarpa, el cual es un género monotíco y endémico de la zona central y el primer musgos en Chile que ha sido catalogado en algún grado de amenaza.
Mientras que en el extremo norte de Chile, los musgos adaptados a condiciones áridas y extremas se encuentran en oasis naturales, como bofedales, y en áreas costeras con presencia de humedad proveniente de la camanchaca.
No solo en nuestro país, sino que en todo el mundo proteger a los musgos y los ecosistemas donde viven es esencial para preservar la salud y el equilibrio de la naturaleza. La conservación de estas plantas garantiza la sostenibilidad de los recursos hídricos, el ciclo de nutrientes y la biodiversidad en general. Además, al reconocer su importancia, estamos valorando la historia evolutiva de la vida en la Tierra y la necesidad de proteger a todos los seres vivos, grandes y pequeños.
Fuentes: Chile Bosques – Musgos; Ecología Verde – Musgos: qué son, sus características y ejemplos; Musgos de Chile; Víctor Ardiles y Andrés Peñaloza, Briófitas del Área Urbana de Santiago de Chile: Especies, Hábitats y Consideraciones para su Conservación; Erwin Domínguez D. y Juan Larraín B, Sphagnum magellanicum (pompon):
El Musgo de la Turbera.
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