El Liguay, la sanguijuela más grande de Sudamérica que se esconde en los bosques sureños de Chile
En los profundos bosques costeros del sur de Chile, entre la humedad y la vegetación densa, se esconde una criatura que desafía la percepción que se tiene sobre las sanguijuelas: se trata del Liguay (Americobdella valdiviana), uno de los invertebrados terrestres más grandes del país, con un tamaño que puede llegar hasta los 30 centímetros. Pese a sus impresionantes medidas, pocos han tenido la suerte de encontrarla.
Su aspecto es característico e inconfundible: tiene una serie de anillos musculares a lo largo de todo su brillante cuerpo, y diferentes tonalidades de colores que varían entre el negro, gris y amarillo. A diferencia de la concepción tradicional de una sanguijuela, este depredador no se alimenta de sangre, sino de lombrices y otros invertebrados del suelo. En su microsistema, el Liguay resulta ser un cazador eficiente al desempeñar un papel fundamental en la regulación de las poblaciones de sus presas.

Créditos: Edgardo Flores.

Créditos: Roque Montecinos.
Rodrigo Barahona, biólogo marino y académico del Laboratorio de Ecología y Conservación de Invertebrados (LECI) de la Universidad de los Lagos, ha dedicado años al estudio de esta especie. Sin embargo, resalta una cuestión curiosa sobre el Liguay: es casi imposible hallarlo. “Siempre digo que es como un unicornio. Todas las veces que lo he visto han sucedido cuando no tengo la intención de encontrarlo”, comenta Barahona. A pesar de las expediciones que están específicamente diseñadas para su observación y registro, asegura que los avistamientos han sido mínimos. “Una vez, un colega encontró cuatro juntos, lo que es extremadamente raro. Si descubres uno, tienes muchísima suerte”, afirma.
El Liguay, explica Rodrigo, es un anélido que ha logrado persistir en los bosques húmedos del sur de Chile durante millones de años, pues se ha adaptado a su entorno con características únicas. Hoy, su distribución es desde la región del Biobío hasta la región de Los Lagos, pero su futuro es incierto: la destrucción de su hábitat es una amenaza activa. Su dependencia de condiciones ambientales particulares conlleva a que la fragmentación del bosque le resulte riesgoso, ya que su movilidad es limitada y no logra desplazarse hacia nuevas zonas si las actuales están siendo intervenidas.

Créditos: Parque Nacional Alerce Costero.
Asimismo, el biólogo insiste en la importancia de evitar manipular o molestar a este enorme gusano. Sobre todo si se encuentra en su entorno natural, lo mejor es no interferir en su comportamiento. Parte del problema radica en que los seres humanos tienden a valorar a aquellos animales con rasgos carismáticos o más amigables a simple vista, mientras que las especies menos llamativas -como el Liguay- suelen ser incomprendidas e ignoradas. “Cambiar esa percepción es importantísimo para fomentar su conservación y el respeto por la biodiversidad en su totalidad”, sugiere Rodrigo.
También ocurre que las sanguijuelas generan rechazo por su asociación con la succión de sangre. Sin embargo, el Liguay es un claro ejemplo de que estos invertebrados pueden desempeñar roles ecológicos sumamente valiosos. De acuerdo con el académico, su comportamiento depredador contribuye al equilibrio del suelo forestal, por lo que su presencia es un buen indicador de la calidad del entorno en el que habita. Por tanto, esta especie no es un animal peligroso ni mucho menos dañina. Hablar sobre su importancia ayuda a reducir el estigma que se posee sobre su imagen.

Créditos: Edgardo Flores.
Los incendios forestales, el reemplazo de los bosques nativos por estructuras comerciales y la contaminación han reducido su entorno de modo alarmante. A raíz de esto, y según criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), los científicos han propuesto clasificarlo como “En Peligro” o “Vulnerable”.
Si bien es cierto que su perfil es discreto, el Liguay es una pieza clave en el ecosistema del suelo. Es más, su estudio podría aportar información relacionada con la biodiversidad oculta de Chile y, a su vez, con los efectos de la degradación ambiental en especies poco conocidas. Ahora, para procurar el bienestar de las sanguijuelas, Rodrigo añade que “si alguien encuentra una, lo mejor que puede hacer es tomarle una foto y subirla a plataformas como iNaturalist, donde los científicos pueden registrar su avistamiento”.

Créditos: Roque Montecinos.
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