Las reflexiones de Felipe Cancino sobre el documental «Corriendo para salvar una cuenca»: 120 kilómetros y 5.800 metros de desnivel siguiendo los túneles de Alto Maipo

por | Ago 18, 2021

Luego de cinco meses de producción, se estrenó en plena Plaza Dignidad el esperado documental de Patagonia “Corriendo para salvar una cuenca”, donde el reconocido trailrunner chileno, Felipe Cancino, corre los 120 kilómetros por donde pasarán los túneles del megaproyecto hidroeléctrico Alto Maipo. En esta entrevista, Cancino conversa sobre las reflexiones que tuvo durante su recorrido y la filmación del documental que espera ser un punto de inflexión para frenar este proyecto que lleva más de 10 años amenazando el principal cauce de agua de la cuenca del Maipo. [Ve el documental alfinal de la entrevista]

Pedro Amenabar

18 de agosto de 2021

Desde antaño, el deporte ha sido un vehículo para transmitir ideales, formas de pensamiento, causas de lucha, exponer injusticias o ser una forma de activismo efectivo. Ejemplos hay múltiples: Serena Williams lo ha hecho con el tenis y el feminismo; en la década de los 60´s Muhammad Ali posicionó el tema del racismo ejercido en contra la población afroamericana; y recientemente la gimnasta estadounidense, Simon Bales, instaló la temática de la salud mental en los deportistas durante las olimpiadas de Tokio 2020. 


Felipe Cancino es uno de esos casos: el montañista ha combinado su carrera como deportista con el activismo ambiental en contra del proyecto hidroeléctrico Alto Maipo. “Corriendo para Salvar una Cuenca” es un documental lanzado por Patagonia que viene a graficar esto. Acá Cancino traza un recorrido de 120 kilómetros y 5.800 metros de desnivel siguiendo los túneles de Alto Maipo. Yendo desde la zona urbana del Cajón del Maipo hasta los glaciares que dan origen a las cuencas, el trailrunner chileno da cuenta del daño causado al ecosistema y sus comunidades aledañas.

¿Cómo es esto de ejercer el deporte como forma de activismo? 

El vínculo es bien espontáneo. Los deportistas de actividades al aire libre estamos unidos de una manera muy pura con la naturaleza. Creo que todos los deportistas al aire libre deberíamos proteger estos espacios, porque es ahí donde desarrollamos nuestros deportes

¿Cómo se ha formado tu vínculo con el Cajón del Maipo?

Soy habitante del Cajón desde hace varios años ya. Pero este vínculo viene de mucho antes. Crecí en Santiago y siempre el Cajón del Maipo fue ese lugar para ir a conectarse con la naturaleza. Mis primeras excursiones, mis primeros campamentos, mis primeras ascensiones como montañista fueron aquí, entonces siento que tengo una unión muy especial con este lugar. 

Viviendo en el Cajón, fue muy brutal ver el impacto de un proyecto como Alto Maipo. Sentí que no me podía quedar de brazos cruzados mirando cómo estos lugares tan maravillosos, estaban siendo destruidos e impactados de una manera irreversible. Eso gatilló un interés especial en mí para activarme y hacer algo al respecto. 

¿Con qué nos encontraremos cuando veamos “Corriendo por una cuenca»? 

Creo que el documental hace un muy buen trabajo visibilizando la problemática que es Alto Maipo para el lugar y lo que está en juego. Fueron 120 kilómetros en donde prácticamente crucé el Cajón del Maipo corriendo. Partimos en la zona más urbana del Cajón, que es donde termina el proyecto y las aguas se devuelven al río, y terminamos en el punto en donde las aguas son captadas y se deshielan los glaciares.

El recorrido es muy bonito, realmente espectacular. Lo que uno ve en el documental es el contraste de esa naturaleza salvaje del Cajón del Maipo, esa naturaleza super pristina a la que no muchas personas pueden ir, porque todos los accesos están controlados por estas empresas extractivistas. Por lo tanto, se ve este contraste, entre esta naturaleza muy bonita y el impacto de Alto Maipo. Es muy fuerte verlo y ese contraste queda muy claro en la película. 

¿De dónde surge la idea?

Cuando me vine al Cajón, una de mis grandes frustraciones fue cuestionarme por qué la gente no reaccionaba frente a este proyecto que pone en amenaza esta cuenca que es tan importante para el país. Me costaba mucho entender la idea de que la gente no se involucra en algo que los afecta directamente. 

Luego entendí que las personas que viven en la ciudad, o que tal vez no están tan vinculadas con la naturaleza, no comprenden el proyecto. Al ciudadano común le cuesta mucho entenderlo, porque es un proyecto que está prácticamente oculto, pasa todo bajo tierra. La gente no ve los impactos y los accesos están restringidos, por lo que es difícil ponerle una cara.

En 2018 fue mi primera acción concreta como deportista sobre este problema. Le propuse a Patagonia una actividad cuyo objetivo era invitar a la comunidad de deportistas a correr en lugares que ahora están amenazados. Luego lo llamamos “Encuentro Senderos”. La idea era terminar con un conversatorio sobre Alto Maipo, explicarle a la gente con peras y manzanas de qué se trata el proyecto, y cómo se puede vincular el deporte con el medio ambiente.

¿Eran corredores que quizás no estaban tan familiarizados con la causa?

Exacto. Ellos se volvieron embajadores del Cajón del Maipo, porque pudieron entender el proyecto, verlo y tener conversaciones con sus familiares y amigos, y expandir este mensaje.

El 2020 volvimos a hacerlo en el Mirador de Cóndores, en el valle del Río Colorado, y también tuvo un tremendo impacto. Luego se nos ocurrió correr el proyecto entero, trazando los túneles y mostrándole a la gente lo que está en juego. Propuse esa idea a Patagonia y les encantó. Dijeron bueno, te apoyamos y de ahí partieron una serie de conversaciones que derivaron en «queremos hacer una película de esto”.

Seguirte por 120 kilómetros con desnivel de 6.000 metros debe ser super demandante en cuanto a producción, cuéntanos un poco más sobre eso.

Sin duda, logísticamente fue un desafío tremendo. Yo me pongo en los zapatos de ellos, y perseguir a alguien 120 kilómetros es una locura en temas de producción. Tuvimos que ser muy estratégicos

Grabamos en diferentes instancias. La primera parte, llevé a la productora a los lugares más remotos, lo que implicó un gran esfuerzo para lograr las tomas que ellos querían. Luego, la segunda tanda de filmaciones, yo corrí la travesía completa y ellos fueron interceptándome en distintos puntos a lo largo de la ruta para poder filmar esos momentos auténticos y reales. Eso es algo que me pone súper orgulloso, y la verdad no creo que lo hubiese hecho de una manera distinta. Yo quería correr los 120 kilómetros completos. 

Claro, porque también se hubiese podido correr y grabar la travesía por tramos…

Yo siempre quise que fuera una experiencia auténtica, no grabar algo que está maquetado, sino que fuese algo real. Yo corrí los 120 kilómetros y los muchachos me filmaron corriendo esos 120. Así salió y es lo que se ve en la película. 

¿Tuviste algún contratiempo o presiones desde Alto Maipo? 

Sí, nos echaron de algunos lugares, sobre todo cuando estaba grabando el drone. Hay ciertos lugares bien estratégicos dentro de esta travesía que a mi me salieron persiguiendo. Yo corro, entonces, no hay muchas posibilidades. Pero sí, se sentía un ambiente hostil muchas veces. Sobre todo cuando filmamos cerca de las faenas, la gente se ponía muy nerviosa. Eso fue algo súper interesante para mí, ver que los trabajadores dentro del proyecto o en la calle, en lugares públicos, se sentían muy amenazados. Tu podías percibir que ellos sentían que estaban haciendo algo mal, porque se escondían, llamaban a seguridad. Eso me chocó mucho. 

¿Qué se sintió correr por la zona mientras veías los efectos de este macroproyecto y los camiones a tu lado? ¿Qué sensaciones y emociones afloraron en ese momento?

Me sentí muy pequeño. Es una emoción bien interesante, de sentir que alguien tan pequeño y tan vulnerable está haciendo algo que espera generar un impacto. 

Hay muchos sentimientos mezclados, la frustración, la impotencia, la pena, la rabia. Y por otro lado está la esperanza, la pasión, el compromiso, está el sentimiento de querer y poder lograr algo. La verdad estos 120 kilómetros fueron una tormenta de emociones. Me ha costado mucho tiempo procesarlo y creo que me va a costar mucho más tiempo. Es muy bonito estar haciendo algo tan puro que es correr, donde no hay nada más entre uno y la naturaleza. No hay una bicicleta, no hay esquíes. Son tus pies, haciendo cada paso de este recorrido, y eso es muy bonito.

¿Cuál es el contexto de las comunidades aledañas a las faenas de Alto Maipo? ¿Sentiste apoyo de ell@s? ¿De qué forma?

Este es un movimiento socioambiental que lleva muchos años. Esta causa es muy larga. El proyecto partió hace prácticamente 13 años atrás, y había una lucha constante de toda la comunidad. Hay mucha gente involucrada, pero también entiendo que la gente se canse, se frustre, que tiren la toalla. Imagínate estar en primera línea peleando por este proyecto durante más de 10 años, es muchísimo tiempo. Fue muy bonito que, a pesar de todo el tiempo que ha pasado, la gente aún se entusiasme con estas cosas. Se empezó a rumorear que nosotros estábamos filmando una película y empezaron a llegar palabras, mensajes, llamados de apoyo, y como que se revivió un poco la esperanza. Fue muy bacán vivirlo. 

El estreno del documental es en la Galería Cima, en plena Plaza Dignidad, un punto emblemático y neurálgico de la ciudad. ¿Eso es una casualidad? ¿Qué simbolismo se intenta reflejar con esto? 

No es una casualidad, tiene un motivo, pero es secreto. Es lo único que te puedo decir. 

Los últimos años han sido agitados en términos de activismo en nuestro país. Las causas han sido diversas. ¿Cómo tomas este despertar de la gente? 

Ya sabemos que desde 2019 el país tuvo un cambio, pero incluso en esta última semana han pasado cosas, Bueno, cosas negativas. Pero de alguna manera, siento que el momento en que estamos estrenando esta película, puede ser un punto de inflexión si logramos generar lo que queremos.

Hace una semana la Comisión Ambiental de Coquimbo aprobó la realización del proyecto minero Dominga. ¿Qué sensaciones te causa esto? 

Fue duro obviamente. Yo creo que tenemos que cambiar el lenguaje, estos proyectos que amenazan la naturaleza, nos afectan a nosotros. Por eso son socioambientales, no solo ambientales. Cuando hablamos de medioambiente, eso nos incluye a nosotros.

Mirando el lado positivo de esto, hay un despertar importante y una movilización de las personas que viven en este país para decir ya basta. Entonces, en ese sentido, hay un momentum, hay energía, esperanza de cambio, ganas de lograrlo. Entonces es bueno lo que estamos viviendo dentro de todo, porque podemos sumar energía. 

¿Sientes que se están cometiendo los mismos errores del pasado y que derivaron en Alto Maipo?

Yo creo que a nivel país, claramente hemos cometido los mismos errores por décadas. Hay un círculo político y empresarial que no quiere que estas cosas cambien, entonces hay mucha resistencia del poder a dejar de lado estos proyectos. Yo creo que hoy en día la discusión debería ser distinta. Creo que ningún proyecto debería poner en juego los ecosistemas ni el futuro de las personas, y es todo lo que se ha hecho históricamente en este país. 

La esperanza es un valor que nos mantiene vivos y nos insta a luchar por nuestras causas. ¿En qué se basa tu esperanza tomando en cuenta el panorama socioambiental actual? 

Si yo no tuviera esperanza, no haría nada de las cosas que hago. La esperanza es lo que me moviliza. Creo que la acción, como bien se dice por ahí, es la cura a la depresión. Es fácil quedarse pegado en toda esta crisis que estamos viviendo, pero la verdad es que quedarnos pegados y deprimirnos no nos llevará a ningún lado bueno. 

Entonces, primero que todo, acción. Todos podemos generar acciones de distintas plataformas. Solo conversando con los amigos o la familia ya es una manera de actuar. 

Mi esperanza con esta causa local es que el agua nunca corra por esos túneles, que nunca se desvíe y siga sus caminos naturales, que son los arroyos, los ríos y el gran Maipo. Mirando nuestro contexto y situación país, la esperanza es que todos estos movimientos, todo este despertar, social y ambiental que existe sean escuchados por las autoridades, y se responda al clamor de la ciudadanía. Que en los próximos años no se discutan más proyectos como este, ni ninguno que no considere la calidad de vida de las personas y de los ecosistemas que necesitamos para vivir.

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