Françoise y Claude Hervé: la pareja de franceses que le dio la vuelta al mundo en bicicleta en los 80’s – 90’s
Todos, alguna vez, han soñado con viajar por el mundo. Conocer lugares, culturas y personas es algo que moviliza a muchas personas. Pero, ¿cómo se logra? Esa es una de las principales disyuntivas que aparecen en el camino, y aunque no haya una fórmula exacta, hay ejemplos puntuales, como el caso de Françoise y Claude Hervé, la pareja de franceses que en 1980 comenzaron su travesía en bicicleta y le dieron la vuelta al mundo durante catorce años con 150.000 kilómetros recorridos, y en el camino, ¡un bebé!
Tenían más dudas que certezas, pero un objetivo claro: viajar con lentitud para conocer y conectar con la naturaleza a través de la bicicleta. Sólo necesitaban un cambio completo de escenario para aprender a vivir nuevamente.
Libro que retrata la trayectoria de 14 años de la pareja junto a su hija.
Diez meses antes del viaje, detuvieron toda actividad profesional y se sumergieron de lleno en el proyecto. Tomaron clases de inglés por unos meses, analizaron el contexto geopolítico de cada destino y recaudaron sin la ayuda de patrocinadores 80.000 francos -lo equivalente a unos 88 millones de pesos-.
Hasta que el 1 de abril de 1980 comenzó la aventura: Salieron desde Lyon, el pueblo donde vivían en Francia y decidieron dejar todos los temores y aprensiones de lado por este viaje.
Comenzaron por Europa, donde recorrieron países como Alemania, Bélgica, Noruega u Holanda y a mediados de octubre del mismo año ya estaban en Grecia, Turquía o Estambul, conociendo y deleitándose de otras culturas, y por supuesto, más países.
Cuando ya cumplieron un año viajando se dieron cuenta que podían monetizar su viaje dando charlas a escuelas para relatar cómo iba su travesía hasta ese entonces; en aquel momento se dieron cuenta que esa sería la puerta de entrada a generar ingresos, además de la venta de fotografías y artículos que le vendían a la prensa. Luego de casi 365 días en ruta, el aire fresco, la variedad de cultura y las bicicletas se convirtieron en su estilo de vida.
Meses después se deleitaron de países como India, Pakistán, Sri Lanka o Tailandia fueron países en los que desarrollaron su espiritualidad y dónde pusieron a prueba muchas de sus virtudes.
Los franceses sabían que para continuar con el objetivo debían alojar en lugares donde no conocían a nadie, y que muchas veces era incómodo ingresar a la privacidad del hogar de las personas, pero a cambio, les entregaban una sonrisa y veladas inolvidables. De hecho, muchas veces durante meses eran voluntarios para apaciguar la dureza de un viaje en bicicleta, sobre todo, por tantos años.
Para llegar a cada destino, los franceses debían atravesar sectores montañosos, fronteras en guerra, animales exóticos y un clima cambiante que muchas veces los hacía dudar si seguían abandonaban; no obstante, sus ganas de superarse a sí mismos eran mayores a los deseos de desistir. Durante mucho tiempo, su lema de viaje fue: “estar disponibles para cualquier nueva experiencia”.
Para noviembre de 1987 viajaron de Asia a Australia sin saber que ese paso les cambiaría la vida: Desde hace un tiempo Françoise quería ser madre, y aunque sabían que sería un desafío incluso aún más grande que darle la vuelta al mundo en bicicleta, querían intentarlo, a pesar de que eso significara detener, por un tiempo, la travesía. En ese momento se quedaron en Sydney, una ciudad que ellos consideraron apropiada para concebir a su primer bebé.
Pero a Françoise nada la paraba, porque quería seguir pedaleando sn modificar su ritmo habitual hasta que cumplió seis meses de embarazo. Al sentir mucho cansancio y molesta, la pareja se quedó en Nueva Zelanda donde unos amigos que los alojaron durante cuatro meses.
Luego de ocho años de trayectoria nació Manon a fines de septiembre de 1988 y obtuvo un pasaporte neozelandés. Luego de casi dos meses de descanso, los franceses siguieron recorriendo el país en bicicleta y los habitantes los acogían casi todas las noches. De hecho, en Auckland, una pareja bautizó al bebé.
Luego de pasar por la Polinesia Francesa y Estados Unidos, retornan a Francia con Manon por primera vez para las vacaciones de fin de año en 1990. Pero en enero reanudaron el viaje en EE.UU y siguieron a México. Durante esa travesía comenzaron a deleitarse de las maravillas de América Latina y visitaron países como Perú, Colombia, Panamá, Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Brasil.
Manon recorriendo el mundo junto a sus padres.
Un tiempo después visitaron las lejanías de África, donde Manon pasaba mucho tiempo en escuelas francesas que iban encontrando en el camino. Pero finalmente, luego de catorce años recorriendo el mundo, la familia recorría en plenitud las carreteras de Francia.
Cuando llegaron a su país, las personas no lo podían creer. Entre bocinazos, bombos y expresiones, los habitantes de Francia los recibían impactados de la fortaleza y perseverancia que la pareja representaba; todo un orgullo nacional.
Finalmente, la pequeña ingresó a la escuela primaria en 1994y no hablaba de su viaje, por el simple hecho de que era su vida; pero no sabía que su nacimiento le cambió la vida a sus padres, quienes evolucionaron aun más con este hito.
Poco a poco entre los tres comienzan a adaptarse nuevamente a su antigua vida y con una integrante más. Aunque no sabían lo que les depararía el futuro, igualmente estaban emocionados por lo que vivirían.
Entre muchas de las cosas que les enseñó el viaje, sin duda la más valiosa fue a perder el miedo, y que cada día es una nueva oportunidad para acercarse un poco más hacia la felicidad.
Cruzar Irak en plena guerra, ser voluntario en un campo de refugiados en Tailandia, o atravesar la selva virgen del Darién… todas y cada una de esas experiencias por África, América, Oceanía o Europa se las llevaron en sus corazones, las que hicieron que hasta el día de hoy todos los recuerden como la pareja de franceses que le dio la vuelta al mundo en 14 años.
Françoise y Cladue Hervé.
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