La difícil pero admirable tarea de los guardaparques: el ejemplo de un defensor de la naturaleza en la Reserva Natural Altos de Cantillana
En la Reserva Natural Altos de Cantillana, un grupo de guardaparques enfrenta con pasión y dedicación la difícil tarea de proteger un verdadero santuario de vida silvestre en la Región Metropolitana. Conoce el ejemplo inspirador de uno de estos defensores de la naturaleza y su compromiso con la conservación en este tesoro ecológico.
En lo más profundo de la Reserva Natural Altos de Cantillana, hogar de un sinfín de flora y fauna nativa, trabaja un grupo de 20 apasionados guardaparques cuyo compromiso con la conservación de la naturaleza es inquebrantable. Uno de ellos es Gerardo Abarca, quien descubrió su verdadera vocación en la protección de este ecosistema.
La Reserva Natural Altos de Cantillana (@altosdecantillana), destaca por constituir un reservorio único de vida silvestre gracias a su alto grado de endemismo y riqueza ecológica. Ubicada a tan solo 70 kilómetros de Santiago, esta área de conservación abarca más de 11 mil hectáreas en las comunas de Paine, Alhué y Melipilla. Sus diversos ecosistemas albergan bosques de boldos, quillay o bellotos del norte, así como una variada fauna nativa que incluye al lagarto Gruñidor de Valeria y especies silvestres como el zorro culpeo.
La reserva se encuentra en el cordón montañoso Altos de Cantillana, un sitio reconocido por poseer la máxima altitud de la Cordillera de la Costa en la Región Metropolitana. Su valor ambiental ha sido tan significativo que fue ratificado en 2015 como sitio prioritario número uno para la conservación de la biodiversidad en la RM según la Estrategia Regional para la Conservación de la Biodiversidad.
Es en este magnífico escenario natural donde Gerardo Abarca desarrolla su labor como guardaparques. Su entusiasmo y la dedicación de sus compañeros hacia la preservación de la naturaleza son fundamentales para mantener la riqueza ecológica de la reserva. «Somos la pieza clave en las labores diarias dentro de las áreas protegidas», comenta Abarca. «Los que llevan a cabo las diversas actividades en pos de la conservación y eso es lo bonito de esta profesión: la versatilidad de las labores».
Gerardo en la Reserva Natural Altos de Cantillana. Fotografía de Gerardo Abarca.
El 31 de julio se celebra el Día Mundial del Guardaparque, una fecha especial para reconocer la labor de estos defensores de la naturaleza. Un día están apoyando en actividades de educación ambiental y al otro revisando cámaras trampas, recibiendo visitantes, realizando mantenimiento de senderos o patrullando los distintos sectores de la Reserva.
Actualmente, Gerardo tiene 28 años pero comenzó con esta noble profesión durante sus estudios en técnico en ecoturismo. Aunque tuvo algunos encuentros con guardaparques durante su carrera, fue durante su práctica profesional en el Parque Nacional Puyehue cuando su pasión se desató. Allí, Gerardo pudo presenciar el arduo y valioso trabajo realizado por los guardaparques para preservar la vida silvestre y proteger los tesoros naturales de la región. Desde ese momento, supo que su futuro estaría estrechamente ligado a la conservación de la naturaleza.
Sin embargo, ser guardaparque no está exento de desafíos. Gerardo destaca el aspecto personal como uno de los retos más significativos. Los guardaparques trabajan con sistemas de turnos que los sumergen en la naturaleza durante varios días, muchas veces sin señal telefónica ni conexión con sus seres queridos. «Estar lejos de la familia y perderse momentos importantes es difícil», confiesa Gerardo. Aun así, enfrenta estos desafíos con entereza, sabiendo que su labor es esencial para la protección de la vida silvestre.
El respeto y la comprensión por parte de los visitantes también representan un desafío para los guardaparques. «En ocasiones, somos percibidos como los ‘malos’ o ‘pesados’ cuando debemos intervenir para evitar acciones que dañen la naturaleza», explica Gerardo. «Por ejemplo, si un grupo de personas enciende una fogata dentro de la Reserva, nuestro deber es abordar la situación con educación ambiental, explicando la importancia de los ecosistemas y los daños que ciertas prácticas pueden ocasionar».
Gerardo lamenta lo sucedido hace un par de semanas cuando uno de sus compañeros fue violentamente agredido por evitar un episodio de caza ilegal. Afortunadamente, él se encuentra bien y quedará solamente como un mal recuerdo.
Fotografía de Gerardo Abarca.
Por otro lado, para Gerardo, el trabajo en la Reserva Natural Altos de Cantillana es una experiencia gratificante. «El poder estar inmerso en la naturaleza durante tantos días, la desconexión con la ciudad y la conexión con la vida silvestre son experiencias únicas», comparte el guardaparques. «Cada día que pasa, siento que mi labor en la Reserva es más importante, y estoy agradecido de poder formar parte del equipo de la Reserva Natural Altos de Cantillana».
Desde temprana edad, Gerardo se sintió atraído por la naturaleza. Pasaba días acampando con su familia y, desde entonces, la naturaleza ha sido su zona de confort. «Mi relación con ella es de respeto y conocimiento mutuo», confiesa Gerardo. «La naturaleza me ha permitido conocerla y respetarla, y al mismo tiempo, me ha permitido conocerme y respetarme de una forma nueva. Poder trabajar en la naturaleza es una de las cosas más bonitas que me ha pasado en la vida, y espero poder seguir relacionándome con ella siempre».
Fotografía de Gerardo Abarca.
La pasión y dedicación de Gerardo Abarca son un claro ejemplo del valioso trabajo que realizan los guardaparques en la protección de nuestros ecosistemas. En un mundo donde la conservación de la naturaleza es cada vez más crucial, personas como él juegan un papel fundamental en la preservación de nuestra rica biodiversidad y en la inspiración de futuras generaciones de defensores del medioambiente.
En este Día Mundial del Guardaparque, honramos y agradecemos la importante labor de todos los guardaparques que, como Gerardo, trabajan incansablemente para proteger y conservar nuestro invaluable patrimonio natural.
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