La dolorosa y solitaria vida de las orcas en cautiverio

por Abr 10, 2023Medioambiente, Naturaleza

Como animales tope de la cadena trófica, las orcas no poseen depredadores naturales. Esto nos convierte a nosotros – las personas – en su amenaza número uno. Eso muy bien lo saben todas aquellas que fueron condenadas a una vida de encierro. 

Luego de 44 años prisionera, Kiska murió sola en un tanque que la redujo de ser una orca salvaje a un objeto de entretención para cientos de personas. Fue capturada en las costas de Islandia en 1979 cuando solo tenía 3 años. Primero estuvo cautiva en SeaWorld en California y luego Marineland en Ontario, Canadá, lugar donde pasó una vida de penurias.

Durante su tiempo en Marineland, Kiska dio a luz a cinco crías que no vivieron más de seis años y de las cuales fue separada a los meses de nacidas. Luego, en 2011, este mamífero sumamente social pasó el resto de su vida sola en una piscina, después de sobrevivir a sus compañeros. En 2021 se viralizaron unos vídeos de la orca donde se veía como golpeaba brutalmente su cuerpo contra el cristal de su tanque.

Según Orca Tank Wiki, comunidad que sigue los nacimientos y decesos de las orcas bajo el cuidado humano, actualmente hay 59 individuos en cautividad en parques marinos y acuarios de todo el mundo. Algunas han sido capturadas en la naturaleza, mientras que otras nacieron en cautividad. La mayoría de ellas se encuentran cautivas en los Estados Unidos y China, pero también en Argentina, Francia, España, Rusia y Japón.

Kiska solitaria en su tanque en Marineland Ontario, Canadá

En la naturaleza, estos animales desarrollan estructuras sociales complejas, viven toda su vida  en el seno de su familia, dirigida por la matriarca de la manada y hablan su propio dialecto de chasquidos, silbidos y pulsos, además de tener sus propias tradiciones de caza, viaje y comunicación, que se transmiten de generación en generación. Recorren distancias de hasta 150 km al día y pueden sumergirse hasta 400 metros cada vez. Viven en poblaciones que se encuentran en todos los rincones del mundo desde los trópicos hasta los polos, en estuarios, entornos costeros y hábitats de aguas profundas. 

La orca posee una combinación de fuerza, velocidad e inteligencia que la convierte en un depredador muy versátil, que vive un promedio 50 a 90 años. De hecho, por encontrarse en la cima de la cadena alimentaria y no poseer depredadores naturales se convierte en un superdepredador. Su dieta es muy variada y, dependiendo del tipo de orca, se alimenta de peces, calamares y mamíferos marinos. Son capaces, incluso, de alimentarse de especies tan grandes y tan bien preparadas para el ataque como ellas mismas. Se han constatado casos de orcas atacando a tiburones blancos. Como carecen de depredadores naturales todas sus amenazas dependen de la acción del ser humano.

Las orcas macho que alcanzan la adultez siguen viviendo con sus madres durante muchos años más, aunque son perfectamente capaces de cazar por su cuenta y fundar sus propias familias, según un estudio publicado en Current Biology.

Según una base de datos de informes de necropsias del Orca Project Corp, las orcas en cautiverio suelen morir de neumonía y otras infecciones oportunistas que arraigan porque el animal ya se encuentra débil. Sin embargo, ha sido difícil afirmar exactamente las causas de muerte de cada una de ellas, debido a que, según PETA, gran parte de esa información no es compartida por los acuarios.

Las conductas inducidas por el estrés indican que las orcas llegan a desarrollar comportamientos de automutilación como frotar sus dientes contra las paredes de los tanques hasta que los nervios quedan expuestos y, por lo tanto, muy propensas a infectarse. Además, existen casos en que las orcas no respondieron a los entrenamientos y terminaron matando a sus entrenadores al sentirse amenazadas. 

“Un animal pierde todo su comportamiento natural y pasa a ser nada, porque en realidad no puede hacer nada. Entonces los impactos del cautiverio en un individuo es un poco como muerte en vida básicamente”, afirma Camila Calderón-Quirgas, médico veterinario y directora ejecutiva del Centro de Estudios de Mastozoología Marina.

Show de Orcas en el SeaWorld de San Diego, Estados Unidos.

En 2014, cuando Calderón-Quirgas todavía estaba estudiando, asistió al Congreso Latinoameircano de Rehabilitación de Fauna Marina en San Clemente del Tuyú, Argentina. El encuentro se realizó en el parque Mundo Marino, lugar donde la orca Kshamenk ha vivido los últimos 31 años. Ahí pudo presenciar y entender las condiciones reales del cautiverio, lo afectado que estaban algunos colegas y cómo la gente que vive en las cercanías rechaza el encierro.

Hoy en día hace un mea culpa de haber participado de la actividad, pero agradece haber conocido a un gran grupo de amigos activistas y científicos con los que ahora aprenderá del varamiento intencional que tienen las orcas como técnica de caza y que solo ocurre en ese lugar del mundo.   

“Desde entonces me empecé a involucrar más en el conocimiento de las orcas, con esta idea de hacerle entender a la gente que no está bien, que no es normal”, asegura la experta. “Muchos lo han dicho y yo lo reitero, pero en particular las orcas nos hacen esa invitación a redefinir lo que a nosotros nos define como seres humanos. Ahí uno puede concluir lo que significa encerrar a un animal con esas características, básicamente es destruir toda su vida.

Kshamenk en Mundo Marino. En la fotografía se puede ver  cómo su aleta dorsal, que en el caso de los machos  es más grande, está torcida totalmente debido a que no la ocupan para nadar y se les atrofia con el tiempo.

El dilema de liberarlas

El mes pasado también se anunció la próxima liberación de Lolita, una orca de 50 años que fue capturada en 1970 en las aguas del estado de Washington. Actualmente vive sola en el Miami Seaquarium, en una piscina con una azotea abierta que mide menos de la mitad de la anchura de su cuerpo.

Hasta la fecha la única ballena que ha sido liberada después de pasar una vida entera bajo cuidado humano es Keiko de la película Liberen a Willy. Al final de la cinta la orca salta hacia su libertad y se pierde en el horizonte a lo que, asumimos, es el inicio de una larga vida en el océano. Pero Keiko tuvo un final diferente. Fue liberada en contra de la opinión de los expertos y murió en soledad a los pocos meses, pues no supo adaptarse al entorno salvaje.

“Es un tema delicado porque los animales en cautiverio que son liberados pueden tener patógenos y afectar a otras orcas silvestres. Es complejo, también se corre el riesgo de que sean atacadas. Creo que estas liberaciones, si no son exitosas, pueden ser incluso un argumento para quienes defienden el cautiverio como: “miren, la liberaron y murió”, comenta Calderón-Quirgas

Lolita en el Miami Seaquarium, Estados Unidos.

Para la experta en mamíferos, es importante que la sociedad se replantee la eutanasia y deje de lado la idea de que morir es malo, especialmente cuando se tiene a un animal enfermo en cautiverio. 

Mientras que en estado salvaje un macho de la misma especie que Kshamenk tiene una expectativa de vida de 55 años, el promedio de vida en cautiverio es de 11 años. Antiguamente se creía que estos animales vivían más en cautiverio lo que se usaba como una justificación para ello. 

“Ahí hay dos cosas, primero que es mentira y segundo que incluso si vivieran más es como si la vida se midiera por la cantidad de años sin importar la calidad de vida que tenga, sino el tiempo que vive. 

Eso demuestra que la sociedad tiene conceptos errados sobre la naturaleza, porque en realidad un animal podría vivir un año y eso no quiere decir que su vida fue mala o buena porque no podemos categorizar la existencia como eso. No importa, las orcas podrían vivir 200 años en cautiverio pero eso no quiere decir nada, o sea no tiene ningún sentido ese argumento, porque puede ser que vivan mucho pero que su vida sea una miseria.

De aquí en adelante, asegura, lo correcto es generar instancias de concientización para que no nazcan más orcas cautivas ni que se capturen más animales para el cautiverio en un mundo en el que parece necesario cuestionarse la rehabilitación de algunas especies a costa del cautiverio de otras.

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