La historia de la Estancia Laguna Amarga: de la ganadería al turismo de conservación

por Ago 16, 2023Medioambiente, Outdoor

Marcaron un precedente en la Patagonia, la Estancia Leona Amarga pasó de dedicarse a la  ganadería ancestral hasta convertirse en un oasis de turismo de conservación. Su historia es una de resilencia, en el que el amor por la naturaleza dio vida a un nuevo capítulo en este rincón del mundo.

Enclavada en el límite con el Parque Nacional Torres del Paine, la Estancia Laguna Amarga es un testimonio inspirador de cómo una familia y su tierra pueden adaptarse y florecer cuando la vida y la naturaleza te ponen a prueba. «En un momento casi lo perdimos todo. Yo dije, bueno, ya no podemos perder nada más ¿qué vamos a perder con intentar un proyecto tan bonito? el mundo está tan destruido que estamos devolviendo nuestro granito de arena», aseguró Dania Goic Mac Leod, quien junto a su hermana Daneska, transformaron por primera vez en la historia de la Patagonia chilena una estancia ganadera a una empresa turística dedicada a la conservación de fauna. 

Pero la historia de este predio familiar comenzó mucho antes de que las gemelas Goic Mac Leod conocieran el mundo. La estancia – que ha estado en manos de la familia por tres generaciones – se fundó en 1976 cuando el abuelo de ambas, un inmigrante de la antigua Yugoslavia, adquirió el terreno en la región de Magallanes. La ganadería ovina fue la piedra angular del lugar durante décadas, hasta que un evento catastrófico en 1995 marcó un punto de inflexión.

El «terremoto blanco» de ese año, caracterizado por condiciones invernales extremas y una acumulación sin precedentes de nieve, desencadenó un cambio radical en el enfoque de la estancia. La tragedia afectó no solo a los Goic, sino a toda la región de la Patagonia tanto chilena como argentina, dejando atrás un rastro de devastación en la industria ganadera. El lugar, que una vez albergó miles de ovejas, se encontró en un estado precario, con una pequeña fracción del rebaño sobreviviendo a duras penas.

Las cabalgatas son algunos de los servicios que ofrece Leona Amarga Expeditions. Fotografía de Rodrigo Moraga.

«La estancia nunca dejó de ser ganadera, pero obviamente se llevó a una escala mucho más pequeña. Si se comparaba con otra, la cantidad de animales que teníamos o lo que se salvó era muy pequeño», narró Dania sobre la transformación gradual que experimentó el terreno.

A medida que la nieve se fundió y los campos se regeneraron, la fauna local como el guanaco y el puma volvió a habitar estas tierras. El área antes ocupada por la ganadería, proporcionó un refugio natural para la flora y fauna local, y propició el aumento en la población de pumas.

Lamentablemente, con el incendio que afectó al Parque Nacional Torres del Paine en 2005, Laguna Amarga enfrentó un nuevo desafío y perdió aproximadamente el 50% de sus campos. «Todos estos eventos no permitían recuperar la actividad ganadera. Fue más o menos en el 2012 que aparecieron los primeros fotógrafos interesados en el avistamiento de fauna», relató Dania. 

Fue en medio de la adversidad, que las hermanas Goic encontraron una oportunidad para redefinir su relación familiar con la tierra y su fauna. Impulsadas por su amor compartido por la naturaleza, se embarcaron en una misión audaz para transformar el predio rural en un destino de turismo de conservación.

Pumas en la Estancia Laguna Amarga. Fotografía de Eduardo Hernández. 

«Cuando llegué a la estancia, después de haber terminado la universidad, me di cuenta que empezar un proyecto ganadero era muy difícil porque la inversión inicial era muy alta y también me di cuenta que estábamos rodeados de fauna, o sea, no podíamos ir en contra de eso», compartió Dania, actualmente de 32 años, sobre el punto de inflexión que la llevó a considerar un nuevo enfoque.

Desde 2012, Laguna Amarga ha sido testigo de una transición gradual pero profunda hacia el turismo de observación de fauna y el avistamiento de pumas. Esta decisión no estuvo exenta de desafíos y críticas por parte de la comunidad y las estancias vecinas, que encontraron inusual la idea de abandonar la ganadería a favor de la conservación de la fauna. 

“Mucha gente criticó porque era algo totalmente impensado para la Patagonia, o sea, imagínate una estancia que fue ganadera, que ahora se dedique a la protección de la fauna y la observación del puma, era algo totalmente inesperado”, opinó Goic al respecto, junto con Daneska conformaron Leona Amarga Expeditions oficialmente en 2017.

Con grupos de visitantes limitados y respetando los límites éticos, la estancia busca mantener un equilibrio armonioso entre la preservación de la naturaleza y la experiencia enriquecedora para los turistas. “Ofrecemos turismo de estancia, cabalgatas y avistamiento de fauna para los tours fotográficos, tours naturalistas y de observación, en este momento es la actividad principal», compartió Dania. “Se hacen safaris fotográficos en todo el mundo, ¿por qué no en patagonia?”

Además, han generado empleo local y empoderado a sus guías y rastreadores, quienes se convierten en los embajadores de la conservación y la experiencia excepcional que ofrece la estancia.

Parte de los tours de avistamiento de fauna de Leona Amarga. Fotografía de Eduardo Hernández

«Siempre nos hemos preocupado de tener un modelo económico justo para que todos puedan ganar bien y que sea equilibrado», compartió Dania al hablar sobre el equipo que hace posible este proyecto y del cual asegura sentirse muy orgullosa. “Trabajamos con alrededor de 14 personas y ellos pueden operar sus propios grupos dentro de la estancia”.

Hoy en día, la Estancia Laguna Amarga se enorgullece de su papel en la conservación de la fauna y la promoción del ecoturismo en la región. A medida que la estancia continúa recibiendo a visitantes de todo el mundo para admirar la belleza natural y la majestuosidad de los pumas en su entorno natural, la historia de su transformación sirve como un testimonio de la capacidad humana para adaptarse, evolucionar y contribuir positivamente al medioambiente.

Con su historia de resiliencia y reinvención, se ha convertido en un ejemplo para aquellos que buscan unir la conservación del medioambiente con la industria del turismo, preservando así la magia y la diversidad de la naturaleza para las generaciones futuras.

Pumas en la estancia Laguna Amarga. Fotografía de Eduardo Hernández.

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