Niñ@s y coronavirus: las consecuencias de crecer sin salir de casa

por | May 19, 2021

Hace más de un año que los niños parecen haber desaparecido del paisaje. Entre los muchos cambios por los que podemos culpar al coronavirus se encuentra haber arrancado a los niños, niñas y adolescentes de los juegos al aire libre para anclarlos a sus computadores, protegidos por las paredes de su casa, agobiados por las reglas de sus padres y olvidados por las autoridades. ¿Qué consecuencias para el desarrollo de los menores han tenido los largos encierros? ¿cómo es crecer en medio de una pandemia y con una mínima conexión con el entorno?

Ángel Fondón

 18 de mayo de 2021

No sólo para vacunarse los niñ@s están en la incertidumbre o son los últimos en la lista. Con aún cerca del 90% de los colegios y jardines infantiles cerrados, los menores chilenos han reducido al mínimo sus posibilidades de relacionarse con otros más allá de las pantallas. En el caso de quienes viven en alguna de las 109 comunas que aún están en cuarentena es aún peor, considerando que a pesar de la insistencia de los padres, no existen permisos especiales y en horarios adecuados para que los niños salgan a encontrarse con el otro y con el territorio, ambas instancias claves para su desarrollo social, físico y cognitivo.

En ese sentido, la psicóloga clínica experta en niñez, Jeiny Benny es crítica del actuar de las autoridades: “La sociedad, junto con las políticas públicas, se han caracterizado por tener dificultades en identificar las necesidades de los niños, y no solo para identificarlas, sino para llegar de manera oportuna”.

La vida on-line

El profesor pasó a ser una pantalla y el aula algún rincón de la casa sin interrupciones, aunque siempre rodeado de tentaciones. Los confinamientos y los cierres de colegios han puesto una pantalla de barrera en la relación de los niños/as con sus pares, limitando como nunca los espacios físicos de sociabilización, los cuales han sido reemplazados por juegos en línea que emulan la interacción en un mundo virtual.

¿Qué consecuencias tiene esto? La psicóloga explica que se produce un aislamiento social y ambiental, en donde el niño interactúa poco con la naturaleza, por lo que disminuye la actividad física, aumentando el sedentarismo y el uso de la tecnología, la cual sirve para reducir el sentimiento de soledad y aburrimiento, pero interfiere en la calidad del sueño por la sobreestimulación cerebral.

Déficit de naturaleza y espacio público

“Creo que hay un déficit muy importante de estar en el espacio público y el espacio natural (…), déficit de espacios con mayor diversidad ecológica, cultural y climática. Ver a otras personas, otras especies, ver los árboles y a través de esas relaciones estar conscientes de los ritmos y ciclos de la naturaleza de manera más consciente y explicito”, dice la antropóloga, doctora en educación y geografías de la niñez ,Susana Cortes Morales, quien ha estado estudiando los efectos de la pandemia en niños niñas y adolescentes en Chile.

La antropóloga resalta que el espacio público tiene una gran importancia en cuanto a lugar de encuentro con el otro, el cual también es importante para sentirse habitantes del territorio y ciudadanos de la sociedad de la que son parte. “Creo que es muy importante que el gobierno escuche a las organizaciones que han tratado de poner este tema sobre la mesa”, dice Cortés.

“La importancia de estar en contacto con la naturaleza es que las actividades al aire libre estimulan sensorialmente a los niños, es decir, ayuda en el desarrollo de sus capacidades olfativas, táctiles, visuales y motoras, las cuales van siendo procesadas por el cerebro y van generando aprendizajes, desarrollando confianza, resaltando sus habilidades de supervivencia y por sobre todo la intuición” explica Benny.

La psicóloga agrega además que no estar en contacto con el entorno puede tener un efecto reverso en los niños ya que en la naturaleza también se produce lo que se denomina aprendizaje por descubrimiento, el cual es espontaneo, surge desde la curiosidad, el interés y la autonomía desarrollando la coordinación visomotora.

De vuelta a una nueva normalidad

“Me llama la atención, que a un año de la pandemia el tema sigue siendo si los colegios o los jardines pueden abrir o no, insistiendo en tratar de funcionar como lo han hecho siempre. En ningún momento he visto una discusión más fuerte de plantear otras formas posibles de educación que no implique que estén todos los niños encerrados en una sala todo el día”, declara la antropóloga, Susana Cortes.

Por su parte, Benny enfatiza que cuando vuelvan a clases los niños van a estar con muchas dificultades para sostener procesos de atención y concentración. Recalca que es importante saber que no tiene que ver con la falta de voluntad si no con las consecuencias esperables del contexto pandémico. También, sugiere flexibilizar las mallas en los colegios ya que los niveles de frustración van a ser muy elevados e incorporar en los sistemas educacional más elementos socioemocionales respecto del desarrollo y no solo intelectuales o competitivos.

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