Revista TIME reconoce a la activista medioambiental chilena Tania Rodriguez, protagonista de Defensoras de la Tierra

por Sep 11, 2024Medioambiente

Tania Rodríguez, oriunda de la comuna de Cerrillos en la Región Metropolitana, fue reconocida por la prestigiosa revista estadounidense Time como una de las 100 personas más influyentes en el ranking de inteligencia artificial (IA) que realiza anualmente.

El «TIME100 AI» destaca a las personas más influyentes en el campo de la inteligencia artificial, incluyendo líderes, investigadores, innovadores, y otros actores clave que están moldeando el desarrollo y la aplicación de la IA en todo el mundo. Este año, también se ha reconocido a activistas ambientales que trabajan para mitigar los impactos de la IA en los ecosistemas. En esta línea, se destaca el trabajo de Tania en Mosacat, una organización que se opuso a la instalación de un enorme centro de datos de Google, el cual pretendía extraer más de 300 millones de litros de agua al año para su funcionamiento, en una zona altamente afectada por la sequía.

La revista estadounidense señala que, después de 15 años de sequía en Santiago, los embalses de la ciudad se están secando, y añade: «Tras un periodo especialmente seco en 2022, el gobierno anunció planes para racionar el agua, lo que podría implicar cortes rotativos de un día de duración en diferentes partes de la ciudad. Sin embargo, el único centro de datos de Google en la región consume alrededor de 11,36 litros de agua por segundo, lo que equivale a más de 378,5 millones de litros al año».

Este sistema de refrigeración de la instalación expulsa el calor de decenas de miles de computadoras en su interior mediante la evaporación de agua. En Cerrillos, a 19 kilómetros al sur, Google recibió permisos en 2020 para construir un segundo centro de datos, autorizado para extraer más de 14 veces la cantidad de agua. Esto fue parte de un impulso global por parte de Google y sus competidores para construir la infraestructura necesaria para la inteligencia artificial, que depende de poderosos centros de datos. Desde el año 2020, el consumo global de agua de Google ha aumentado un 42%, según los informes ambientales de la empresa.

Después de enterarse de la propuesta de un centro de datos de 200 millones de dólares en Cerrillos, un grupo de residentes formó el Movimiento Socioambiental por la Tierra y el Agua (Mosacat), el cual desafió con éxito a Google y convenció al gigante tecnológico de cambiar sus planes. Tania Rodríguez, una de las miembros fundadoras de Mosacat, comenta que el grupo logró incluir una pregunta sobre el centro de datos propuesto en un referéndum local no vinculante, donde la mayoría de los votantes se manifestó en contra del plan. 

 Aunque la votación no era vinculante, «ese fue el punto de inflexión en las negociaciones con la empresa», dice Rodríguez. Después de varias reuniones con Google y sus representantes en Chile, la empresa acordó utilizar un sistema de refrigeración por aire en lugar de agua. «Nos esforzamos por construir la infraestructura informática más eficiente en términos de energía del mundo, apoyada por prácticas responsables de uso del agua”, dijo un portavoz de Google a TIME en una declaración enviada por correo electrónico. «Los proyectos actuales de centros de datos de Google tienen en cuenta las condiciones específicas de los lugares donde se desarrollan».

El activismo de Mosacat ayudó a inspirar protestas contra otro centro de datos de Google planeado en la vecina Uruguay, según Daniel Pena, investigador de la Universidad de la República en Montevideo, y miembro del grupo activista Coordinación por el Agua. En 2024, un tribunal ambiental chileno dictaminó que Google no había considerado suficientemente los efectos del cambio climático en su solicitud inicial, instando a la empresa a hacerlo antes de continuar con la construcción. Aunque la decisión del tribunal llegó después de que Google se comprometiera a cambiar sus planes, «ratificó lo que veníamos diciendo desde hace mucho tiempo», dice Rodríguez.

Con este reconocimiento, la activista señala sentirse muy contenta, pero reconoce que es un trabajo colectivo. «Desde la revista nos contactaron y necesitaban a una persona que apareciera, pero el trabajo lo hicimos entre todos y todas. Cualquiera que hubiese aparecido nos iba a representar igual que yo», agrega.

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