Todo se hizo mal en el Rocuant-Andalién: Mil hectáreas de humedal depredadas por inmobiliarias
El humedal Rocuant-Andalién es uno de los más grandes del Gran Concepción, y el más relevante en cuanto a diversidad y cantidad de especies en la región del Biobío. Sin embargo, la evolución urbana e industrial, sumado a la falta de regulación, provocaron que se construyera sobre este ecosistema acuático a partir de 1960. A la fecha más de mil hectáreas han sido urbanizadas, ocasionando que —el que fue declarado un área Importante para la Conservación de Aves en 2011, y que ha sido denominado como una solución natural ante el cambio climático— hoy esté en un progresivo deterioro.
Por Montserrat Montecino y Josefa Castillo
El Rocuant-Andalién es uno de los cerca de 18 mil humedales que hay en Chile, de los cuales 1.473 son urbanos. Producto de la expansión urbana que se produjo a partir de 1950, miles de viviendas se edificaron en él. En ese entonces, no había ninguna regulación que protegiera y conservara este ni otros humedales en el país. De esta forma, por ejemplo, se construyó Las Salinas en Talcahuano, sector donde actualmente habitan más de 32 mil personas. Al llegar a vivir al lugar en 2004, la mayoría de ellos no sabían que sus casas estaban en tierra húmeda.
La presión inmobiliaria ha provocado un progresivo deterioro del Rocuant-Andalién. Hasta 2014, sólo el 42% del total del humedal —725 hectáreas— no había sido urbanizado. Para hacerse una idea: esto equivale a alrededor de 1.015 canchas de fútbol. Una de las obras más recientes que pretende instalarse sobre este humedal es la Plataforma Logística de la región del Biobío, proyecto que creará un polo de desarrollo empresarial y productivo.
“Estamos al tanto de que es un tema muy importante. Todos los días hay presiones en el humedal. Son diversos los organismos que pueden fiscalizar dichas amenazas, y nos hemos dado cuenta que ahí falta una articulación”, dice Loreto Álvarez, coordinadora birregional (Ñuble y del Biobío) del Proyecto GEF de Humedales Costeros de la zona centro sur de Chile, iniciativa dirigida por el Ministerio de Medio Ambiente (MMA), y financiada por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés).
Rico en biodiversidad y una solución al cambio climático
Con más de 1.700 hectáreas, el Rocuant-Andalién es uno de los humedales más extensos del Gran Concepción: se extiende desde la costa de la Bahía de Talcahuano hasta Hualpén. No sólo eso, sino que también es el segundo más importante del país para aves migratorias, y el más relevante por diversidad y número de población de especies en la región del Biobío.
En 2011 fue reconocido a nivel internacional por BirdLife International y el Comité Nacional Pro Defensa de Flora y Fauna (Codeff), como un Área Importante para la Conservación de Aves (IBAs, por sus siglas en inglés). “El Rocuant-Andalién alberga a más del 1% de la población mundial de varias especies. En él se concentran grandes números de aves migratorias neárticas, es decir, que vienen del hemisferio norte hacia este humedal en particular”, señala Patricio Ortíz, ornitólogo y coordinador nacional del programa de IBAs en Chile.
Al igual que todos los humedales, el Rocuant-Andalién es un purificador de las aguas, tiene refugios para diversas aves, es un reservorio de agua dulce para los seres humanos, y es una solución natural al cambio climático. La ciencia ha demostrado que estos ecosistemas son los sumideros más efectivos del planeta, es decir, son capaces de reducir grandes cantidades de carbono en la atmósfera. Tarea fundamental para detener el cambio climático.
Sumado a esto, también es un mitigador de inundaciones. Esto significa que puede apaciguar la fuerza del agua de un tsunami, como ocurrió en el terremoto de 2010, cuando Rocuant-Andalién se saturó de agua y atenuó el impacto que podría haber causado grandes daños a las comunidades aledañas.
Pese a las cualidades que poseen estos ecosistemas acuáticos, de acuerdo a estudios que ha desarrollado la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional —conocida como la Convención de Ramsar— entre el 60 y 70% de la superficie total de humedales del planeta ha desaparecido en el último siglo. El desarrollo de infraestructuras y los cambios en el uso del suelo son dos de las principales causas de esta pérdida.
El olvido del humedal
En 2019, el Rocuant-Andalién fue declarado por el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) como un Sitio Prioritario para la Conservación, lo que significa que quienes quieran desarrollar proyectos en el área deberán realizar obligatoriamente una evaluación de impacto ambiental.
En el caso de aquellos que han construido sobre el Rocuant-Andalién, para hacerlo debieron extraer su agua y rellenarlo. Esto último se realiza a través de diversas técnicas, pero la que suele usarse es con materiales de cerros aledaños. La calidad de este relleno incide en el riesgo de habitar sobre un humedal: los procesos ejecutados con mayor tecnología son más seguros.
El daño que se produce al rellenar un humedal no es sólo la destrucción del ecosistema, sino que también puede ser un dolor de cabeza para los futuros habitantes del lugar. El principal riesgo de vivir en estas condiciones se materializa ante un movimiento sísmico, porque puede haber licuefacción. Es decir, que la saturación del agua en el suelo aumente, mezclándose con materiales sedimentarios y provocando que los terrenos pierdan su firmeza. “El relleno cambia el paisaje, y a la gente se le olvida que había un humedal. Abajo sigue habiendo un cuerpo de agua con estratos sedimentarios que reaccionan a las ondas sísmicas”, explica Carolina Martínez, geógrafa e investigadora del Centro de Investigación para la Gestión integrada de Riesgo de Desastres (Cigiden).
Esto no solo ocurre en el Rocuant-Andalién, sino que es una situación que se da a lo largo de Chile, donde empresas han construido sobre humedales provocando su degradación. “Las ciudades balneario de la zona central tienen humedales que son pequeños remanentes de lo que eran estos ecosistemas, y se han visto muy afectados no sólo por el avance de la ciudad, sino que también por la extracción ilegal de agua”, dice María José Domínguez, directora ejecutiva de la Fundación Kennedy.
Un intento de protección
En 2020 se publicó la Ley de Humedales Urbanos, con el fin de proteger los ecosistemas acuáticos que están total o parcialmente dentro de radios urbanos. Para ello, deben haber sido declarados como tal por el MMA o a petición de los municipios. Hasta ahora, de los casi 1.500 humedales urbanos, sólo 33 están en vías de ser reconocidos por esta norma.
El Rocuant-Andalién no ha sido reconocido por la Municipalidad de Talcahuano hasta hoy —ni por los municipios de Penco, Concepción y Hualpén, los que también tienen injerencia sobre el humedal en cuanto a territorialidad—, por lo que todavía no es un espacio protegido por esta ley.
La directora de Medio Ambiente de la Municipalidad de Talcahuano, Solange Jara, afirmó que el objetivo es trabajar en conjunto con las autoridades de estos tres municipios para solicitar la declaratoria antes que finalice 2021. “El Rocuant-Andalién es nuestro caballo de batalla hoy, porque observamos que hay una necesidad municipal y de la comunidad, la que ha demostrado mucho interés también por proteger la zona ya que saben cuál es su importancia”, precisó.
En cuanto al Plan Nacional de Protección de Humedales, el MMA incluyó al humedal como uno de los ecosistemas a los que se le daría prioridad en 2021, pero aún no se establece bajo qué categoría se debiese amparar.
“La mera declaración de la Ley no asegura la protección de los humedales. Contar con una comunidad comprometida e informada, es un elemento vital para poder alcanzar la conservación de estos ecosistemas”, señala Domínguez.
Así lo han entendido las organizaciones ambientales, actores fundamentales en la lucha por la protección, restauración y conservación de los humedales frente a los daños provocados por la intervención humana. “La organización ciudadana es primordial para hacer presión y generar gobernanza, o sea, no sólo que sea parte de la conservación de ecosistemas, sino que también de la toma de decisiones sobre el territorio”, dice Evelyn Soto, ingeniera ambiental e integrante de la Red de Humedales del Biobío.
Te invitamos a conocer más de la historia de este humedal en el reportaje multimedia, En Tierra Húmeda.
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