Más allá del Circuito W: cómo el turismo de naturaleza redefine la experiencia en la Patagonia chilena con un modelo consciente de conservación y desarrollo local

por Nov 9, 2025Destacados, Naturaleza, Outdoor, Portada

Durante cuatro días recorrimos el Circuito W, una ruta de 76 km del Parque Nacional Torres del Paine. El primer día consistió en la subida a Base Torres, donde se encuentran las icónicas columnas de granito; al segundo, llegamos al sector Los Cuernos y al Valle del Francés, con postales de grandes montañas y un hermoso lago turquesa; el tercero, seguimos hacia los miradores Francés y Británico, donde el frío y el viento persistían; ya para el último día, caminamos hacia el mirador del Lago Grey antes de volver en Catamarán al Hotel Las Torres Patagonia (@lastorres.patagonia).

El viaje inició mucho antes de colocar pie en la tierra. Llegar a Puerto Natales, en pleno invierno patagónico, ya es en sí una aventura. Por lo mismo, la conectividad resulta esencial, y desde LATAM (@latamairlines) lo saben bien: “Sabemos la importancia de conectar un país tan largo y extenso como Chile, sobre todo cuando se trata de zonas aisladas”, declara Constanza Pizarro, gerenta de comunicaciones corporativas LATAM. Recientemente, la compañía amplió sus rutas al sur, lo que ha permitido mantener vuelos directos durante todo el año y facilitar el acceso a uno de los lugares más remotos del continente. 

 

Créditos: Austerra Society.

Ahora, con respecto a la travesía, fue una intensa junto al equipo de Vive Chile (@vive_chile); de esas que no se sienten únicamente en las piernas, sino que también conectan con el alma. Cada tramo del sendero exige atención y obliga a contemplar el paisaje con admiración. Por supuesto, antes de iniciar el trekking nos realizamos chequeos médicos y preparamos un pequeño botiquín de viaje, gracias a la colaboración de RedSalud (@redsaludcchc). Recordamos que la sostenibilidad también pasa por el autocuidado del cuerpo. “Explorar la naturaleza con respeto implica cuidar el entorno, y también nuestra salud”, comparte Daniela Zamora Jofré, Jefa de Marketing de RedSalud.

La conectividad, la salud y la planificación se vuelven parte del mismo viaje, mientras que las condiciones son las que hacen posible un turismo más consciente. Al hacer el trekking del Circuito W te das cuenta que no se trata solamente de llegar a un mirador, sino de pensar qué hay más allá de incluso este parque -uno de los más conocido de Chile-.

 

Créditos: Austerra Society.

“Hoy solo se utiliza cerca del 5% del Parque Nacional Torres del Paine, lo que representa una enorme oportunidad: aún podemos diversificar y abrir nuevas experiencias dentro del parque de forma planificada y sostenible.”, asegura Mauricio Kusanovic, dueño y director de Las Torres Patagonia. Desde su mirada, el futuro del turismo en la Patagonia chilena debe abrir nuevos destinos y rutas, diversificar la oferta y hacerlo con gestión. “Necesitamos una visión de país que entienda que conservar y habilitar el acceso responsable son dos caras de la misma moneda”, asegura.

En el parque, todo parece funcionar con tremenda precisión: los senderos cuidados, los refugios mantenidos y los miradores ubicados justamente donde el paisaje se vuelve inolvidable. Sin embargo, según Mauricio Kusanovic, eso es apenas una mínima fracción de lo que realmente existe. El sur austral es mucho más amplio y diverso de lo que la actividad turística alcanza a visualizar.

La región de Magallanes y la Antártica Chilena alberga más de ocho millones de hectáreas de áreas silvestres protegidas; una cifra impresionante que habla de su enorme valor natural. Sin embargo, solo un 4,5% de hectáreas cuenta hoy con un plan de manejo efectivo, lo que representa tanto un desafío como una oportunidad. Si se logra habilitar más de este vasto territorio, se podrán abrir nuevos espacios para la educación, la investigación y el turismo sostenible, integrando a más personas al mapa de experiencias que ofrece la Patagonia austral.

Para Mauricio, el desafío no es abrir indiscriminadamente; más bien es diversificar sin masificar. “Lo primero es soñar, e imaginarnos los parques y destinos con visión de futuro”, afirma. Sus ideas abren discusión que incluso se aleja de las cifras; hablar de planes de manejo, inversión y acceso es, en el fondo, una discusión sobre cómo Chile decide relacionarse con su propio territorio.

 

Mauricio Kusanovic junto a su tío José Antonio Kusanovic en Base Torres. Créditos: Mauricio Kusanovic.

Créditos: Austerra Society.

En el caso de Las Torres Patagonia, ese vínculo se ha construido con el transcurso del tiempo. Desde que la familia Kusanovic eliminó el ganado hace más de una década, el lugar se transformó en una reserva donde el turismo y la conservación funcionan como parte del mismo engranaje. La decisión implicó modificar un modelo con prácticas productivas hacia una gestión enfocada en la conservación y el turismo sostenible, con acciones como reforestaciones, creación de nuevos senderos, cuadrillas de guardaparques, huertas orgánicas, y el desarrollo de infraestructura pensada para habilitar y proteger el territorio.

El resultado ha sido una escuela a cielo abierto que refleja cómo se puede habitar la naturaleza sin dañarla. Los camping elevados evitan la erosión del terreno, los senderos se diseñan con criterios de sostenibilidad y una cuadrilla de guardaparques locales trabaja junto a CONAF para monitorear algunos flujos de visitantes. En paralelo, Las Torres Conservancy -una ONG asociada a la reserva- impulsa proyectos de educación ambiental con escuelas locales y campañas de restauración de bosques nativos.

Mauricio tomando muestras de agua del Río Rubens por la Fundación Río Rubens Conservancy, en alianza con Science on the Fly. Créditos: Mauricio Kusanovic.

“Cada detalle tiene su lógica: concentrar los impactos, ser eficientes con los recursos y, al mismo tiempo, entender que el ser humano es parte de la naturaleza”, explica Mauricio. Su lógica es que si la gestión es inteligente, el turismo puede financiar la conservación en lugar de competir con ella. Pero más allá de las estrategias, hay un sentir profundamente humano en su forma de entender el trabajo. Creció en la Patagonia, recorriendo los mismos valles que hoy protege y comparte con el mundo. Habla con la seguridad de quien conoce la zona no desde el escritorio, sino desde la misma postal. Por lo mismo, insiste en que el turismo sostenible debe mirar también hacia adentro: generar empleo local, fortalecer comunidades y mantener viva la cultura magallánica.

Es más, las palabras de Mauricio no hablan de “transformaciones verdes en papel”, sino de decisiones diarias como compostar residuos, cuidar el agua, capacitar guías, y priorizar proveedores locales. “Para nosotros, la conservación nace desde la acción y no desde la pura teoría”, asevera. Una frase que resume un modelo que ha ganado reconocimiento internacional por sus resultados concretos.

A medida que uno lo escucha, comprende su mirada del turismo; el enfoque no está en cuántos visitan, sino en cómo se gestiona el territorio. En definitiva, disfrutar la naturaleza es la mejor forma de aprender a cuidarla, y el turismo sostenible bien hecho es su mayor herramienta de conservación. “Cuando alguien llega a Torres del Paine y se va conmovido por el paisaje, con una conciencia distinta, ya hay algo que cambia”, expresa. Quizás eso es lo esencial: generar que la admiración se transforme en respeto y, por tanto, en cuidado.

 

Créditos: Austerra Society.

Caminar por el Circuito W realmente deja una sensación inexplicable. Hay momentos en que todo es sencillo: el sonido del viento calma, aun con el peso de la mochila en la espalda y el frío entrando por todos lados. En esos pequeños momentos, uno entiende que el turismo de naturaleza es más que llegar a un destino: es todo el transcurso de cómo se llega.

En rutas tan exigentes, la tecnología resulta una herramienta útil. Durante nuestras largas caminatas, estuvimos probando el nuevo HUAWEI Watch GT6 Pro, un reloj destinado a sobrellevar el frío, viento y los días sin señal. Su duración de 21 días en uso y el monitoreo constante del ritmo cardíaco, estrés y sueño, lo convirtieron en un compañero más, porque además de orientar y calcular distancias, se enfoca en escuchar al cuerpo.

“Fue diseñado para acompañar a los aventureros en cualquier entorno, incluso en los lugares más extremos de Chile. Su batería de precisión en el registro deportivo, con resistencia al agua y condiciones climáticas, lo transforman en el aliado ideal para explorar sin límites”, destaca Josefa Bernales Serra, PR director Huawei Device Chile (@huaweimobilecl).

Esa idea de integrar conciencia, tecnología y seguridad está en sintonía con la visión de Mauricio Kusanovic, quien cree que la planificación o lo tecnológico no reemplaza el contacto con la naturaleza; más bien, brinda la oportunidad de fortalecerlo. “Permiten reducir riesgos, mejorar la experiencia y, al mismo tiempo, transmitir mensajes de conservación”, asegura.

Créditos: Austerra Society.

En el turismo sostenible, Mauricio también observa una manera de reconectar a las personas con la tierra para inspirarlas a protegerla. En las Cumbres Mundiales de Turismo Aventura, organizadas por la Adventure Travel Trade Association (ATTA), donde ha representado a la Patagonia en más de una ocasión, ha visto cómo otros países han logrado combinar turismo, comunidad y conservación bajo un mismo propósito.

Cree que esa también puede ser la ruta para Chile. En todos los casos exitosos, el punto de partida siempre ha sido el mismo: la colaboración. Y este país tiene todas las condiciones naturales y humanas para transformarse en un referente global del turismo regenerativo, siempre que mantenga esa base ética que distingue a la Patagonia, con respeto y colaboración entre el mundo público y privado.

Créditos: Austerra Society.

La última tarde en que terminamos el circuito, nos subimos al Catamarán de regreso desde el Lago Pehoé. En esos instantes, fue fácil comprender que el valor de la Patagonia recae en lo más simple, y que el turismo de naturaleza – cuando se hace a propósito- puede ser una forma de devolverle lo esencial al lugar que nos recibe. Tal vez el verdadero desafío del viaje fue aprender a movernos más lento, a mirar más detenidamente, y a entender que la verdadera conexión siempre ocurre al ritmo de la Tierra.

Créditos: Austerra Society.

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