«A veces no me acuerdo de la cumbre, pero sí de toda la gente que conocí»: Patricia Soto, la primera mujer chilena y latinoamericana en subir el Everest y las 7 cumbres
A los 53 años, Patricia Soto ha dejado una marca imborrable en las alturas del mundo. La primera mujer chilena y sudamericana en conquistar el Everest, y posteriormente, en completar las Siete Cumbres, no solo desafió las cimas más altas, sino también los estereotipos y desafíos que el mundo de la montaña presenta.
Orígenes de una pasión, una casualidad transformadora
Nacida en Santiago en 1970, la historia de Patricia Soto está lejos de ser la de una montañista nata. Criada en un ambiente de amor por la naturaleza, sus primeros acercamientos a las alturas fueron gracias al empeño de sus padres por explorar y acampar desde pequeña. «Mi padre sentía un amor grande por la naturaleza», recuerda Soto, destacando el papel crucial que su familia jugó en su conexión con la montaña.
Sin embargo, el destino de Soto como montañista no fue un camino predeterminado. Fue en la universidad, gracias a un taller de montañismo con cupos disponibles, donde dio sus primeros pasos hacia una pasión que transformaría su vida. «Fue una casualidad la que me llevó al montañismo y me enamoré tanto de la actividad, de los paisajes, de las personas que aquí estoy», comparte.
“Resalto esto porque los estudiantes entran muy jóvenes a sus carreras y piensan que es lo que van a hacer toda la vida, están super estresados, y no es tan así. La vida da muchísimas vueltas. Mi carrera me ha servido mucho, pero nunca pensé que sería una profesional de la montaña”, agrega.
Graduada en Trabajo Social y con un máster en Ciencia Política, Soto encontró en la montaña más que un desafío físico: una conexión profunda con la naturaleza y un mundo de posibilidades culturales. «Me gusta mucho el tema cultural, conocer a personas distintas. No me gusta juntarme con gente que me va a contar lo que ya sé, me encanta conocer nuevas opiniones y puntos de vista, y en la montaña se da mucho eso», confiesa.

Foto de Patricia Soto.
Lecciones de humildad y ego en la montaña
Por otro lado, Soto afirma que en el mundo de la montaña, el ego es un compañero constante y a menudo desafiante. Mientras algunos buscan las cumbres por el puro amor a la naturaleza y el deseo de superación personal, otros se ven atrapados en una competencia despiadada por ser los primeros, los más rápidos o los más audaces.
La montañista señala que aunque la montaña ofrece lecciones de humildad y conexión con la naturaleza, también está lleno de egos gigantes que olvidan el verdadero propósito de la aventura: el respeto por el entorno, el aprendizaje y la comunidad que se forma al enfrentar desafíos juntos.
El antes y el después del Everest
En 2001 su ascenso al Everest marcó un hito no solo en su vida, sino también en la historia del montañismo femenino sudamericano. Fueron siete montañistas que ascendieron al monte Everest, entre ellas cuatro escalador: Vivianne Cuq, Cristina Prieto y Andrea Muñoz, además de Soto. El 23 de mayo la expedición llegó a la cima del Everest, siendo ella la primera del grupo en lograrlo, convirtiéndose en la primera chilena y sudamericana en realizar dicha hazaña.
“El que sabe de montaña sabe que el que llega primero es una casualidad. Los 7 hicimos cumbre”, Soto recuerda que estuvo a metros de la cima esperando a su compañera que paró para tomar agua, pero en ese momento, otro montañista la convenció de seguir adelante, en realidad no tenía mucho sentido seguir esperando en ese lugar. “Para mí, hay un antes y un después del Everest”, afirma.
«El recibimiento de la gente fue hermoso, no estábamos preparados para eso», comenta con humildad. Sin embargo, también reconoce las dificultades de la fama repentina y el enfoque excesivo en las figuras públicas. «Nos llevaban de un programa de televisión a otro, era incómodo pero había que trabajar el ego no más», reflexiona sobre la presión mediática que acompañó su éxito en el Everest.
Sin embargo, lejos de dejarse atrapar por los reflectores, Soto continuó desafiando sus límites, ascendiendo una cumbre de 8 mil metros por año hasta completar las Siete Cumbres en 2007. Así llegó a las cumbres del Aconcagua (2001), Denali (2003), Elbrus (2004), Kilimanjaro (2005), Vinson (2006) y Jaya (2007), siendo la primera sudamericana en lograrlo

Foto de Patricia Soto.

Foto de Patricia Soto.
Pero su conexión con la montaña va más allá de las cumbres alcanzadas. Para Soto, cada ascenso es una oportunidad para conocer personas y culturas nuevas. «Me interesa conocer la gente que vive ahí, a las personas que viven en la base de la montaña», comparte, revelando su pasión por la exploración humana tanto como la geográfica.
“A veces no me acuerdo de la cumbre, pero sí de toda la gente que conocí. Pregúntame con quien conversé. Me acuerdo de todo, pero la ruta se me olvida. Los detalles técnicos son parte de la aventura, descúbrelos tú, le digo a la gente que me pregunta”, agrega.

Foto de Patricia Soto.
Más allá de las cumbres
Después de las Siete Cumbres, su vida tomó un nuevo rumbo hacia la educación. Desde 2009 hasta el año pasado, trabajó en NOLS capacitando a personas de todas las edades, desde adolescentes hasta adultos mayores. «Estoy enamorada de la educación», confiesa.
Hoy en día, Patricia Soto es coordinadora de la especialidad ambiental de montaña en la carrera de Ingeniería en Gestión de Expediciones y Ecoturismo de la Universidad San Sebastián, donde sigue inspirando a las nuevas generaciones de montañistas con su pasión y dedicación.

Foto de Patricia Soto.
A sus alumnos, busca inculcarles valores sólidos: «Siempre tratamos de inculcarles buenos valores, respeto y amor por la naturaleza, y que lo que hagan tenga sentido, no sólo hacer por hacer. No solo por la foto». En este sentido, Soto considera que las marcas deben ser conscientes de los valores que transmiten a través de sus embajadores en redes sociales.
«Ahora la gente ve que un influencer sube El Plomo, y siente la necesidad de hacerlo también. Se ha desfigurado un poco la cosa», comenta con un dejo de preocupación. Reconoce que, en parte, esta situación se debe a cómo las figuras del montañismo fueron idealizadas en el pasado. «Pero mi punto es que las personas tienen que fijarse a quién siguen, quién es su modelo a seguir, hay que fijarse bien», enfatiza.
En su voz, se escucha la sabiduría de quien ha conquistado alturas inimaginables y ha regresado para contar la historia. «No es necesario hacer una montaña gigante, de a poco se deriva en un deporte outdoor. Hay que salir de la casa, salir de las pantallas», anima a todos aquellos que buscan encontrar su propia conexión con la naturaleza.
En Patricia Soto, la montaña ha encontrado una voz sabia y una guía apasionada. Su legado va más allá de las cimas alcanzadas; es un testimonio vivo de valentía, determinación y amor por la naturaleza. Para los que la conocen, es una inspiración; para los que aún no han oído su historia, es un recordatorio de que los límites están para ser desafiados.
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