Jorge Calderón: fotografía, pasión y riesgo entre las olas de Punta de Lobos

por Oct 22, 2025Outdoor

Cuando el mar se levanta y las olas rugen con fuerza en Punta de Lobos, pocos se atreven a entrar al agua. Pero entre los surfistas que desafían las marejadas aparece un actor clave: uno que no busca correr olas, sino capturarlas. Con la cámara firmemente sujeta dentro de una carcasa y el corazón latiendo a mil, Jorge Calderón Gonzáles se lanza al mar para registrar desde adentro lo que solo unos pocos pueden ver la inmensidad y el vértigo del surf chileno en su máxima expresión.

A sus 35 años, Jorge se ha convertido en uno de los filmmakers más reconocidos en el registro de olas grandes. De hecho, la surfista Dominique Charrier fue la protagonista de uno de sus últimos trabajos en el campeonato Big Wave Challenge, donde la deportista ganó el premio a la ola más grande remada.

Créditos: Jorge Calderón.

Nacido y criado en Punta de Lobos, Pichilemu, su vida siempre estuvo ligada al océano. “Mi papá es pescador, contó, desde chico me enseñó las corrientes, el respeto al mar y su fuerza”. Esa relación temprana con el agua marcaría no solo su identidad, sino también su forma de entender la fotografía.

Antes de ser filmmaker, Calderón fue surfista. A los 15 años se subió por primera vez a una tabla y descubrió la magia de la costa de Pichilemu. Más tarde, mientras estudiaba diseño gráfico en Santiago, un ramo de fotografía despertó una curiosidad que pronto se transformaría en vocación. “Empecé sacando fotos a mis amigos”, recordó. Aquello que comenzó como un pasatiempo terminó por abrirle un camino profesional. 

Al regresar a Punta de Lobos, consiguió una cámara prestada y se lanzó a capturar las primeras sesiones de surf local. Con el tiempo, su lente comenzó a apuntar cada vez más hacia el mar. “Al principio solo las sacaba desde la orilla”, dijo. Todo cambió el día en que el surfista Cristian Merello, referente nacional de olas grandes, lo invitó a subir a una moto de agua para fotografiar desde dentro de una marejada.

Desde entonces, se convirtió en un testigo de los días más intensos del invierno. Con una cámara sellada en housing, chaleco de impacto y una pasión inquebrantable, se mete al agua cuando las olas alcanzan entre ocho y diez metros. “Siempre está el riesgo, pero es parte del desafío”, afirmó Jorge.

Créditos: Jorge Calderón.

Su trayectoria lo ha llevado a compartir sesiones con algunos de los mayores exponentes del surf chileno, como Ramón Navarro, Diego Medina y el propio Merello. En 2023, logró una de sus capturas más emblemáticas, un tubo monumental de su primo Martín Fuenzalida, una imagen que dio la vuelta al mundo. “Fue un momento increíble. Pensamos que no iba a salir del tubo, pero me quedé grabando y apareció”, sostuvo, emocionado por el recuerdo.

Jorge además de ser filmmaker, es instructor y fundador de la Escuela de Surf El Diamante, ubicada en Punta de Lobos. En invierno, su cámara es su compañera inseparable, en verano enseña a nuevos surfistas a leer el mar. Esa dualidad le permite mantener una conexión constante con el océano. 

Más allá de la técnica, el audiovisual entiende la fotografía como una forma de transmitir sensaciones. “Quiero que la gente vea lo que se siente estar ahí, enfrentando una ola gigante”, explicó.  Sus imágenes no solo muestran el poder del mar y la habilidad de los deportistas, sino también la calma, el silencio y la belleza contenida en cada instante previo al impacto.

En ese sentido, su trabajo también se cruza con la conservación ambiental. Para él, mostrar Punta de Lobos en toda su belleza es una manera de fomentar su protección. “A través de las fotos, mucha gente que no vive cerca del mar puede ver lo especial de este sitio. Eso genera conciencia y ganas de cuidarlo”, reflexionó. 

Actualmente, reconoció que la principal amenaza que enfrentan las costas chilenas es la sobrepoblación y las construcciones. “Hay proyectos que buscan levantar hoteles o complejos turísticos. Por suerte, la comunidad está muy unida y hemos logrado frenar varios”, mencionó Calderón.

La comunidad surfista, aseguró, es un ejemplo de respeto y colaboración. “Los días de olas grandes todos estamos atentos, cuidándonos entre nosotros”, dijo. Esa complicidad se extiende también a la limpieza y conservación del entorno. “Cuando vienen competidores de otros países, se sorprenden de lo limpio que está Punta de Lobos”, comentó. 

Hoy, con casi una década dedicada al registro audiovisual, Jorge proyecta nuevos horizontes. Su meta es viajar a Hawái, la cuna del surf mundial, para perfeccionarse y capturar las olas más emblemáticas del planeta: “Dicen que es la sala de estudio del surf y la fotografía. Quiero estar ahí, aprender de esa luz y de ese mar”, sostuvo. Mientras tanto, sigue en su rincón del Pacífico, esperando la próxima marejada, esa que volverá a poner a prueba su temple y pasión por mostrar lo más íntimo del surf. 

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