¿Sabías que el Amazonas no nace en la selva? El viaje de Iliana Astorga en busca del verdadero origen del río más grande del mundo

por Sep 21, 2025Naturaleza, Outdoor

Los labios morados, el aire escaso y una muralla de lava que dejaba escapar un delgado hilo de agua. Así recuerda Iliana Astorga el momento en que alcanzó el Nevado del Mismi, en los Andes peruanos, a más de 5.200 metros de altura. Allí, frente a ese brote mínimo que da inicio al río más caudaloso del mundo, comprendió que estaba en un lugar único, uno de los puntos donde se disputa el verdadero origen del Amazonas.

 «Yo partí en el Amazonas, en Perú. A todos se les cae la mandíbula cuando les digo, porque no se imaginan que el Amazonas parte a 5.200 metros en los Andes peruanos”, afirmó.

Ese espíritu de búsqueda no nació de la nada. Iliana Astorga creció en la naturaleza del Cajón del Maipo, rodeada tierra, familia y una conexión profunda con su entorno, lo que la llevó a convertirse en agrónoma y a desarrollar un especial interés por la entomología -rama de la zoología que estudia a los insectos-. 

Sin embargo su historia también está marcada por la fotografía, una habilidad que comenzó a desarrollar gracias a su padre, quien es periodista y reportero gráfico. A los 15 años recibió su primera cámara y desde entonces retratar el mundo se transformó en una parte esencial de su vida, junto con su pasión por viajar.

La idea de partir al Amazonas se formó a partir de una conversación familiar. En una primera instancia había pensado en África como destino, pero su padre le sugirió otro rumbo: seguir con las huellas de Francisco de Orellana, el primer europeo en 1542 que buscó el origen del Amazonas. Sin embargo, Iliana no quería repetir esta ruta y fue entonces cuando se hizo una pregunta clave: ¿dónde nace realmente el Amazonas? 

By Iliana Astorga.

“Yo quise responder con los pies, no solo con libros”

Su impulso por intentar definir una ruta la llevó a revisar los múltiples intentos del pasado. El jesuita Samuel Fritz lo había señalado en 1691 en el río Marañón. Una expedición polaca en 1971 apuntó al Mismi, décadas después National Geographic confirmó o cuestionó esa hipótesis con nuevas tecnologías. Incluso en 2014, el explorador James Contos planteó al Mantaro como fuente alterna. Cada investigación parecía abrir más dudas que certezas.

Para poder lograr su objetivo, la fotógrafa tuvo que enfrentar semanas de incertidumbre y gestiones fallidas. “Llegar aquí no fue fácil. Como casi nada en mis viajes. Dos meses escribiendo a amigos, agencias, guías y hoteles en Perú, buscando cómo llegar, quién me podía llevar”, declaró Astorga.

“Yo quise responder con los pies, no solo con libros”, agregó. 

El ascenso no fue sencillo. La altura le jugaba en contra y encontrar un guía dispuesto a llevarla hasta la supuesta fuente se convirtió en un gran desafío. Tras semanas logró dar con Carlos Zárate, un montañista arequipeño que conocía cada sendero. Junto a su nieto, fue él quien la condujo hasta la quebrada Apacheta y las faldas del Mismi.

By Iliana Astorga.

Un origen disputado 

¿Debe considerarse la primera gota que fluye todo el año? ¿El afluente más largo? ¿El mayor caudal? Más allá de la ciencia o la historia lo que Iliana encontró en el Mismi fue un símbolo. 

“Mi visión es la mágica. El Amazonas no nace en un punto, son muchas quebraditas. Yo sí creo que parte en Perú, definitivamente. No inicia en la selva, en los Andes sí y lo encuentro maravilloso: desde la cima de un cerro pelado, a más de cinco mil metros de altura, la nieve purísima empieza a descender y unirse en gotitas hasta transformarse en este río gigante”, confesó Astorga.

La experiencia trajo consigo momentos que la hicieron dudar y replantearse la decisión de conocer el origen del Amazonas. Su primera noche fue como un bautizo abrupto: mosquitos, arañas, tarántulas y hasta una serpiente venenosa se cruzaron en su camino. “Era como si la selva me estuviera diciendo que tuviera cuidado”, comentó. Con el tiempo, esa presentación inicial dio paso a una convivencia de respeto.

El viaje completo se extendió por 44 días, desde los Andes hasta el Atlántico. Durante todo este tiempo, durmió en hamacas, tambos y pequeños hoteles. 

A quienes sueñan con una travesía similar, les da un consejo simple y honesto: abrir el corazón, dejar atrás las comodidades, llevar mucho repelente y estar dispuestos a maravillarse. Porque el Amazonas, concluyó Astorga, no solo se mide en kilómetros, sino en la experiencia de vivirlo desde sus orígenes hasta el mar.

 

By Iliana Astorga.

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